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Marcelo Torres: del litigio a la vida pública, un ciudadano que decidió actuar

Marcelo Torres asume su camino en la vida pública, convencido de que participar, arriesgar y actuar sigue siendo la mejor forma de servir.


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Desde el Palacio Legislativo de San Lázaro, el diputado federal por Coahuila, Marcelo Torres Cofiño, comparte una historia marcada por la convicción, el compromiso ciudadano y la decisión de dejar de ser espectador para convertirse en actor de la vida pública.

Abogado de profesión y panista por convicción

Torres se define antes que nada como un ciudadano que llegó a la política para generar cambios.

“Siempre nos quejamos de lo que no funciona, de lo que puede ser mejor. Yo decidí dejar de quejarme y hacer algo”, resume.

Esa determinación lo llevó, tras años de ejercicio profesional como abogado litigante, a involucrarse primero como funcionario electoral, experiencia que le permitió conocer a fondo a los partidos, a los actores políticos y la dinámica democrática de Coahuila.

El PAN, una decisión de principios

Aunque recibió invitaciones de distintas fuerzas políticas, Marcelo Torres eligió tocar la puerta del Partido Acción Nacional. No por ambición de cargos, sino por afinidad con su doctrina, sus valores y liderazgos. Inició como adherente, tomó cursos, se convirtió en miembro activo y colaboró desde el derecho en la defensa del voto

En ese momento —confiesa— no tenía aspiraciones de ser candidato. La vida, sin embargo, lo fue llevando a dar pasos decisivos. En 2009 aceptó ser primer regidor en Torreón, en uno de los momentos más difíciles para La Laguna, marcada por la violencia y la inseguridad. “Lo más fácil era decir que no”, recuerda.

Pero eligió actuar, incluso dejando de lado intereses personales y consultándolo primero con su familia, especialmente con su esposa.

De Torreón a San Lázaro

Su paso por el Cabildo se distinguió por el trabajo técnico, la elaboración de dictámenes y el diálogo con regidores de todas las fuerzas políticas. Cumplido ese ciclo, llegó una nueva invitación: ser candidato a diputado federal en 2012.

En un contexto complejo, Torres decidió competir para ganar, recorriendo colonias bajo el sol, escuchando a la gente y apostando por la cercanía como eje de su trabajo.

Ya en la Cámara de Diputados, su trayectoria fue ascendente: vicepresidente de la Mesa Directiva, presidente de comisión, coordinador de grupo parlamentario, y posteriormente responsable de tareas nacionales dentro del PAN, hasta llegar a la dirigencia nacional del partido.

También fue diputado local en Coahuila, cargo que — asegura— desempeñó con especial orgullo.

Política con rostro humano

Más allá de los cargos, Marcelo Torres insiste en no perder la esencia. “Soy abogado y me voy a morir siendo abogado”, dice sin rodeos. Amante del deporte —béisbol, futbol y futbol americano—, se describe como una persona cercana, a la que le gusta escuchar, caminar y convivir con la gente.

“La política no debe deshumanizar”, afirma. En lo personal, atraviesa una etapa de plenitud: 35 años de matrimonio, tres hijos, una nieta y otra en camino. Reconoce que la política exige sacrificios —momentos familiares perdidos, ausencias dolorosas—, pero también aprendizajes profundos.

La pérdida de su madre, ocurrida mientras estaba en campaña, ha sido una de las sacudidas más fuertes de su vida.

Coincidir por México

Para Torres, la política debe partir del respeto a las diferencias y de la búsqueda de coincidencias. “Podemos pensar distinto, pero debemos coincidir en algo: que a México le vaya mejor”.

Sus principales preocupaciones giran en torno a la economía, la generación de empleo, la educación y la salud de calidad, convencido de que el desarrollo abre oportunidades reales para las familias.

Ve en México un país con talento, creatividad y recursos de sobra. “Nos falta que el gobierno esté a la altura”, sostiene, y llama a predicar con el ejemplo, fortalecer a la familia y dejar un legado a las nuevas generaciones.

Marcelo Torres se asume agradecido, sin miedo al error ni al fracaso. “Uno solo se arrepiente de lo que no hace”, concluye. Con esa premisa, continúa su camino en la vida pública, convencido de que participar, arriesgar y actuar sigue siendo la mejor forma de servir.

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