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Menos prisa, más propósito
En tiempos donde la prisa domina nuestras vidas, una conversación de liderazgo nos recuerda por qué el propósito es esencial.
“El propósito sostiene lo que la prisa derrumba”
Ayer martes en mi programa de radio Hablemos Claro tuve una conversación con Jesús de la Garza, CEO y fundador de Monarch Leaders, donde abordamos un tema fundamental pero a menudo ignorado: el liderazgo que falla.
Y falla no por falta de capacidad, sino por exceso de ego. Cuando el ego toma el volante, el propósito se vuelve difuso, y el liderazgo pierde rumbo.
Jesús nos invitó a cuestionarnos nuestras motivaciones profundas: ¿por qué hacemos lo que hacemos? ¿Desde dónde tomamos decisiones? ¿Qué estamos dispuestos a “podar” en nuestra vida para avanzar hacia lo que realmente importa?
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¿Cómo empieza el liderazgo?
El liderazgo auténtico no comienza en las oficinas ni en los escenarios, sino en la intimidad de nuestras decisiones cotidianas.
Tiene que ver con la claridad del propósito, con esos “no negociables” que nos delinean, con la conciencia de lo que elegimos sostener y lo que necesitamos soltar.
En palabras de Jesús, el propósito no se impone ni se descubre de golpe: se boceta, se ensaya, se afina.
Se cultiva en el día a día, observando tanto los momentos que nos elevan como los que nos fracturan.
A través de metáforas como el buceo donde solo se pueden controlar unas pocas variables o el bambú firme pero flexible, Jesús plantea que vivir con propósito requiere enfoque, humildad y disposición al aprendizaje.
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¿Qué se busca con el propósito?
También nos recuerda que no se puede todo. Que todo propósito tiene un costo, y que elegir un rumbo es, también, renunciar a otros.
La prisa, esa compañera silenciosa de la vida actual, nos empuja a querer más, tener más, lograr más ¿pero más que quién?, cuestiona Jesús.
En esa carrera desmedida, olvidamos que la verdadera suficiencia no se encuentra afuera, sino en la capacidad de vivir con firmeza y no con rigidez.
Porque mientras lo rígido se quiebra ante el cambio, lo firme se adapta sin perder su esencia.
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¿Qué se busca con al diferencia en nuestras vidas?
La diferencia está en saber sostener lo importante sin cerrarnos a lo nuevo, en tener raíces profundas, pero ramas que se mueven con el viento.
Desde su experiencia como coach de altos ejecutivos, Jesús sugiere un acto revolucionario: tratarnos a nosotros mismos como nuestro mejor cliente. Cuidarnos, observarnos, permitirnos hacer el ridículo, fallar, explorar.
Porque el liderazgo que florece es el que se alimenta de vulnerabilidad y congruencia.
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