Los Hermanos Quintana: La difícil vida del músico, sacrificios y lecciones
Carlos Quintana revela los sacrificios de la música, el legado de su padre y la clave para triunfar en la industria. La música es pasión, talento y entrega, pero detrás del escenario se esconde una vida de sacrificios poco conocidos.
La música es pasión, talento y entrega, pero detrás del escenario se esconde una vida de sacrificios poco conocidos.
Los Hermanos Quintana, una de las agrupaciones más emblemáticas de la música norteña de Tamaulipas, han vivido en carne propia la cara menos glamurosa de la industria, una historia de dedicación familiar que se ha mantenido viva por más de 60 años.
En una íntima conversación en POSTA Líderes, Carlos “Caliche” Quintana, integrante de la banda, compartió los momentos más difíciles y las lecciones más valiosas que han marcado su trayectoria, demostrando que el verdadero éxito reside en el amor por el arte y en un inquebrantable compromiso, legado que su padre les enseñó hasta el último momento.
¿Es realmente fácil ser músico y artista?
Carlos Quintana es tajante al responder: no. La gente solo ve el brillo del escenario, pero ignora lo que ocurre tras bambalinas.
La vida de un músico es una constante de viajes, privaciones y sacrificios personales. “Hay veces que no almorzaste, que no había dónde comer, que no había baño... que no había ni hielo en un Oxxo y hasta 10 o 15 kilómetros había otro para comprar un agua fría”, relata.
La distancia y la ausencia son el mayor costo emocional, los músicos a menudo se pierden cumpleaños, celebraciones familiares y momentos importantes con sus seres queridos, un golpe psicológico que impacta sin importar el éxito.
“Es un golpe emocional, como quiera”, afirma Carlos. A pesar de los aplausos y los fans, estar lejos de casa y de la familia es la parte más dura del trabajo.
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¿Cómo afectó la música el último adiós a su padre?
Uno de los momentos más difíciles y conmovedores de la historia de la banda ocurrió con el fallecimiento del padre de Carlos, el fundador del grupo.
Mientras él y sus hermanos estaban tocando cerca de Mante, su padre, que había estado hospitalizado, falleció.
Sus familiares decidieron no darles la noticia hasta que terminaran el evento, en un acto de respeto por la disciplina que él mismo les había inculcado.
La tragedia golpeó en un momento crucial, pues su padre fue velado un 31 de diciembre. A pesar del dolor, tuvieron que cumplir con el compromiso de un evento para despedir el año.
“Nos tuvimos que ir a cumplir ese evento y mi papá en el velatorio. Nosotros tocando allá, alegrando a la gente con el corazón hecho pedazos”, confiesa Carlos, recordando el agridulce sentimiento de honrar el legado de su padre al mismo tiempo que lo despedían.
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¿Cuál fue la gran lección que dejó su padre?
El padre de Carlos les inculcó una lección fundamental: la responsabilidad, les enseñó a siempre cumplir con su palabra, sin importar la dificultad.
Con una voz nostálgica, Carlos recuerda las últimas palabras lúcidas de su padre en el hospital, cuando le decía que “ya se quería ir” a reunirse con sus propios padres.
A pesar de la enfermedad, su mente seguía en el trabajo.
Durante sus últimos días, su padre desvariaba y constantemente le pedía a Carlos que se alistaran para trabajar. “¡Vámonos, pá!”, le decía una y otra vez, incluso en un estado delirante.
Este recuerdo es un claro ejemplo del amor y la dedicación que el patriarca de Los Hermanos Quintana le tenía a su trabajo, un legado que ha sido la fuerza que ha mantenido al grupo unido por seis décadas.
¿Qué consejo le daría a los jóvenes músicos de Tamaulipas?
Para las nuevas generaciones que buscan un camino en la música, Carlos tiene un mensaje claro: “Nunca quiten el dedo del renglón. Ténganse confianza y tengan fe”.
Advierte que no todo lo que brilla es oro y que el éxito no se mide por la cantidad de público, sino por la pasión que se pone en el trabajo.
Un verdadero artista debe disfrutar de su arte, incluso si toca para un puñado de personas.
Aconseja que el miedo o el nervio al subirse a un escenario es una señal de que uno está en el camino correcto. “Si no hay ese nervio, no existe nada”, explica.
Carlos se considera un ejemplo de ello, pues nunca imaginó que terminaría al frente del grupo cantando y tocando el acordeón, cuando su verdadera pasión era la batería.
El destino lo puso en otro lugar, pero aprendió a disfrutarlo y a entregarse por completo.

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¿Qué significado tiene para usted esta trayectoria de 60 años?
Con 60 años de tradición musical, Carlos Quintana se siente bendecido por la trayectoria, afirma que su carrera le ha dado la fortuna de conocer a sus ídolos, quienes ahora son sus amigos, algo que jamás imaginó.
Les agradezco por ser parte de su historia, por el apoyo y la amistad, y por demostrar que las cosas buenas se ganan con respeto y trabajo duro.
Finaliza la conversación con un mensaje de gratitud y una filosofía de vida: “Haz lo tuyo. Qué bueno que al otro le vaya bien y si puedes ayudar, ayúdale”.
Carlos cree que se debe disfrutar cada momento, sin esperar nada a cambio, porque la gente nota esa alegría en el escenario y se une a ella. Así es como una banda se vuelve más que un grupo: se convierte en una familia, una historia y un orgullo para Tamaulipas.