Escasez de agua en el río bravo pone en crisis a Nuevo Laredo y Laredo Texas
Un estudio internacional advierte que el uso excesivo del río Bravo pone en riesgo la seguridad hídrica de millones de personas y compromete el futuro de la región fronteriza.

El río Bravo, una de las fuentes de agua más importantes del norte de México y el sur de Estados Unidos, enfrenta una crisis sin precedentes. Investigaciones recientes del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) y Sustainable Waters revelan que más de la mitad del agua que se consume en su cuenca no se repone naturalmente, lo que amenaza el suministro para ciudades como Laredo y Nuevo Laredo, así como para miles de agricultores de ambos lados de la frontera.
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El estudio señala que solo el 48% del agua utilizada en la cuenca del Bravo se recupera de manera natural, mientras que el 52% restante depende de reservas subterráneas y embalses, lo que está agotando los ecosistemas y los acuíferos. En consecuencia, los expertos alertan que la sobreexplotación podría tener efectos irreversibles sobre el abasto urbano, la agricultura y la biodiversidad.
¿Por qué está en crisis el río Bravo?
El cambio climático, la sequía prolongada y la irrigación intensiva han reducido drásticamente el caudal del río. Según los investigadores, la agricultura consume el 87% del agua disponible, mientras que la evaporación representa más de la mitad de las pérdidas totales.
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En tramos de Nuevo México, Texas y Chihuahua, el cauce ha llegado a secarse por completo durante meses, afectando el flujo hacia el sur de Tamaulipas.
Además, la falta de lluvias y el exceso de extracción para riego han reducido el almacenamiento en presas como la Falcón y la Marte R. Gómez, principales abastecedoras de la frontera.
¿Qué consecuencias enfrenta la frontera?
De acuerdo con el estudio, el río Bravo abastece de agua a más de 15 millones de personas y permite el riego de más de 800 mil hectáreas en México y Estados Unidos.
En la franja fronteriza, ciudades hermanas como Laredo y Nuevo Laredo podrían enfrentar escasez severa si el uso no se regula a tiempo.
“Es una realidad desalentadora; la mitad de nuestra agua ya no es confiable para el futuro”, advirtió Brian Richter, presidente de Sustainable Waters, quien pidió acciones coordinadas entre ambos países.
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El impacto ya se refleja en la reducción de tierras agrícolas: entre 2000 y 2019, la falta de agua provocó la pérdida del 49% de las granjas a lo largo del afluente del río Pecos, mientras que en México, la irrigación ha seguido aumentando pese a los bajos niveles de recarga.
¿Qué medidas se proponen para frenar la sobreexplotación?
Los especialistas sugieren reducir la extracción de aguas subterráneas, fomentar programas de uso eficiente y barbecho agrícola, y garantizar que los tratados internacionales de agua se cumplan sin comprometer los ecosistemas.
Enrique Prunes, del WWF, destacó que la clave está en “reequilibrar el sistema” y considerar tanto el abasto humano como la conservación ambiental.
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“Mantener vivas las funciones del río y los acuíferos es fundamental para la resiliencia futura de la región”, señaló.
Mientras tanto, las autoridades de ambos países enfrentan el reto de replantear el manejo del río Bravo antes de que la crisis se agrave. Sin una gestión integral, advierten los expertos, la frontera norte podría ser escenario de una de las mayores emergencias hídricas del continente en la próxima década.












