La gentrificación se hace presente cada vez más en colonias como Polanco, la Condesa y más . foto: Gemini IA
Ciudad de México como centro comercial
Esta frutería y tortería en Polanco está a punto de cerrar debido al alto costo de la renta. Durante dos décadas ha estado en el mismo local, donde actualmente pagan 70 mil pesos de renta entre tres negocios, pero los dueños del inmueble quieren duplicar la renta.
Por lo que en unos meses tendrán que desalojar. La historia de la Frutería Pepe es una más dentro de un problema creciente: la gentrificación que está encareciendo no sólo las viviendas, sino también los locales comerciales.
Hoy en Ciudad de México muchas colonias se están volviendo impagables para casi todos y con ellos poco a poco han ido desapareciendo pequeños comercios con valor cultural y comunitario. Las rentas caras y la tendencia de blanqueo de colonias están desapareciendo la economía de barrio.
Y mientras esto ocurre, hay otro fenómeno que resalta por contraste. Como señala Daniela Dib en su reportaje para Rest of World: la presencia de comercios chinos en Polanco y Nuevo
Polanco ha crecido notablemente. “Entre 2020 y 2024 la inversión directa de China en México pasó de 85 millones de dólares a 710 millones”. Y en Miguel Hidalgo, las tarjetas de residencia temporal otorgadas a ciudadanos chinos aumentaron 623 por ciento en ese mismo periodo.
Como dice el texto, los ciudadanos de China ya son el cuarto grupo más grande de inmigrantes con estatus temporal o permanente en México.
Nada de esto es casual. Polanco se está transformando aceleradamente. No porque lleguen nuevos vecinos, eso es normal en cualquier ciudad, sino porque el modelo económico que estamos aceptando está expulsando sistemáticamente a los negocios de barrio.
La pregunta es simple, aunque nadie en el gobierno parece querer hacerla: ¿Cuál es la ciudad que queremos construir? ¿Una ciudad tipo mall donde sólo sobreviven las cadenas, las franquicias y los locales que pueden pagar rentas duplicadas cada dos años? Porque lo que pasa en Polanco es sólo una muestra muy evidente de lo que pasa en otras colonias.
Así como en Polanco cada vez hay más comercios chinos que buscan atender a esa clientela china que llega a vivir a esa colonia, en Roma Condesa muchos comercios parecen destinados al turismo estadounidense.
El Financiero reportó que las rentas de locales han aumentado hasta 48 por ciento en las alcaldías más gentrificadas. No hay pequeño negocio que aguante eso. Y cuando se van las fruterías, las tortillerías, las fondas, lo que se va no es sólo un local. Es la vida cotidiana.
Es la memoria cultural y la identidad. Se celebra que la Ciudad de México se vuelva cada vez más aspiracional para extranjeros, pero seguimos sin resolver la pregunta incómoda: ¿Qué pasa con quienes ya vivían aquí? ¿Qué pasa con quienes no pueden pagar el nuevo Polanco, ni la nueva Roma, ni la nueva Condesa, ni la nueva Juárez?
¿Qué pasa con los negocios que construyeron el tejido social de estos barrios antes de que llegaran las rentas de cien mil pesos? La Frutería Pepe es sólo un caso, pero también es un síntoma de la ciudad. Y una ciudad que expulsa a su propia gente es una ciudad que pierde su esencia.