La leyenda de 'El jinete sin cabeza' de Durango
La leyenda de 'El jinete sin cabeza' de Durango

Fue durante la administración de Juan Manuel Flores como Gobernador de Durango, que la Hacienda de la Ferrería alcanzó su mayor esplendor.
Esta hacienda, construida originalmente para los altos mandos de la Ferrería, o fundidora, que se encontraba operando en el sitio, fue adquirida y remozada como casa de campo de dicho Gobernador de el Estado, por lo que se llamó Hacienda de Flores.
El poblado La Ferrería, que prácticamente ya es parte de la macha urbana de la ciudad de Durango, se asentó inicialmente por los trabajadores de la fundidora y sus familias, y posteriormente fue hogar también de los trabajadores de la hacienda.
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La leyenda de 'El jinete sin cabeza' de Durango
En torno a esta pequeña pero lujosa edificación de campo, nació una leyenda derivada de un trágico suceso que marcó a la comunidad por años y estremeció a la ciudad entera.
Fue durante la época del Porfiriato, previo al movimiento de la Revolución, que era común el ataque de bandidos y saqueadores en las casas de campo y haciendas.
Y fue, precisamente, en uno de estos ataques que nació la leyenda de 'El jinete sin cabeza' de Durango. Cabe mencionar que existe desde siglos antes una leyenda con es nombre, de origen estadounidense; no obstante, el caso de Durango dio origen a una nueva versión.
¿Cuál fue el suceso que generó la leyenda de 'El jinete sin cabeza' de Durango?
Según relató hace varias décadas el historiador Manuel Lozoya Cigarroa, fue durante una noche que un grupo de bandidos perpetraron la Hacienda de Flores, con la intención de robar y atacando a quienes se opusieran a ello.
Ladislao Bonilla, el entonces administrador de la hacienda, fue sorprendido y no hubo nada que pudiera hacer para proteger los bienes que estaban a su cargo. Frustrado corrió hacia la caballeriza, ensilló su caballo más veloz y partió con rubo a la ciudad de Durango.
'Chelao', como se le conocía, tenía la clara intención de pedir ayuda de las autoridades municipales para detener a los asaltantes; pero en su prisa y angustia no advirtió que era seguido por uno de los ladrones, el cual le emparejó la marcha y de un machetazo le cortó la cabeza.
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Esto es lo que cuenta la gente de Durango acerca del jinete
El caballo de Chelao, acostumbrado a recorrer el tramo entre la hacienda y la casa del Gobernador, llegó a esta última por sí solo, con el cuerpo de su jinete a cuestas, todavía erguido como si aún viviera.
Los ladrones lograron huir con un jugoso botín de objetos de valor como platería, joyas y otras cosas. Se cree que como trofeo se llevaron también la cabeza del guardián de la hacienda, pues nunca pudieron encontrarla.
Desde entonces, hay quienes juran que por las madrugadas a veces se escucha el galopar del caballo de Chelao, corriendo a toda prisa por el antiguo camino a la Ferrería, con rumbo al centro de Durango.
Los que se han asomado a ver quién galopa tan tarde, han alcanzado a ver pasar al equino a una velocidad descomunal, llevando en el lomo el cuerpo descabezado de su jinete.
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