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Los Tigres del Norte: de niños campesinos a ídolos norteños

Los Tigres del Norte revelan cómo su infancia en Rosa Morada, Sinaloa, forjó su camino al éxito

Los Tigres del Norte: de niños campesinos a ídolos norteños (Foto: IG @lostigresdelnorte / Canva)
Los Tigres del Norte: de niños campesinos a ídolos norteños (Foto: IG @lostigresdelnorte / Canva)

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Por: Jovanni Paniagua

Los Tigres del Norte, íconos de la música norteña, pasaron de trabajar en los campos de Sinaloa a llenar estadios en todo el mundo. Jorge, Hernán, Luis, Eduardo y Óscar narraron cómo su infancia, cosechando bajo el sol, moldeó su carácter y disciplina.

Desde su bautizo como “The Little Tigers” por un agente migratorio, hasta el impacto de “Camelia la Texana” y éxitos recientes como “Sus Últimas Palabras”, su trayectoria refleja una evolución marcada por la autenticidad, en un recorrido que contrasta sus orígenes humildes con el legado que hoy representan.

¿Cuál fue el trabajo más difícil de los tigres del Norte necesito?

Nacidos en Rosa Morada, Mocorito, Sinaloa, los hermanos Hernández crecieron en un rancho, trabajando desde los 6-11 años bajo la dirección de su padre y abuelo.

  • “Cosechábamos ajonjolí, maíz, sandía, pepino, chile y tomate todos los días”, recordó Jorge Hernández.

Esta labor agotadora, sin acceso regular a la educación, fue su primer reto. Sin embargo, la música surgió como un escape: tocaban en fiestas locales por cinco pesos.

En 1968, migraron a Mexicali, donde cobraban un dólar por canción, enviando dinero a sus padres vía telégrafo. Ese año, un agente migratorio los nombró “The Little Tigers” por su juventud y destino al norte de California.

Su primer gran paso fue en 1970, cuando Don Domingo Montoya, abuelo de Melo, los llevó a Monterrey, conectándolos con Discos Fama y Arturo Walker, quienes impulsaron su carrera . La necesidad económica y el trabajo infantil marcaron una infancia de sacrificio, pero también de unión familiar, valores que los sostienen hoy.

Contraste del éxito de los tigres del Norte

La infancia de trabajo físico en el campo inculcó una ética laboral que influyó directamente en su disciplina actual, como programar giras con un año de anticipo y presentaciones extensas.

Mientras en los 60 tocaban por un dólar para sobrevivir, hoy llenan estadios y generan ingresos millonarios, aunque su esencia sigue siendo contar historias que acompañen a su público.

La precariedad de su niñez contrasta con la estabilidad alcanzada, lograda sin sacrificar autenticidad. Desde “Camelia” hasta “La Lotera”, su repertorio conserva el espíritu de narrar vivencias universales.


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