Escritores de Oaxaca critican ceremonia ritual de nuevos ministros de la Suprema Corte
Escritores de Oaxaca criticaron la ceremonia ritual de entrega del bastón de mando a los nuevos ministros de la Suprema Corte.

La ceremonia de entrega del "bastón de mando" a los nuevos ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ocurrida el 1 de septiembre, abrió un debate sobre la apropiación simbólica de los rituales indígenas por parte de las autoridades mexicanas.
En redes sociales y en espacios de opinión oaxaqueños, el debate se está centrando entre si la toma de posesión del ministro presidente Hugo Aguilar, que incluyó un ritual identificado como "indígena" y, tanto él como el resto de los ministros se hincaron, tiene legitimidad o se trató de un evento político.
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¿Qué dicen los expertos sobre el ritual?
Especialistas como el escritor mixe Mito Reyes, señalan que hay una contradicción inherente en el gesto transmitido ayer en la televisión estatal: el bastón de mando representa históricamente la autonomía y autogobierno de los pueblos originarios.
Por ello, su entrega a uno de los poderes del Estado deforma directamente su significado original y los transforma en sumisión.
En ese sentido, el escritor señala que resulta particularmente significativo que el comunicado judicial que difundió posteriormente la Corte, califique el acto como "tradicional" cuando en realidad se trata de una ceremonia inédita en la historia del máximo órgano judicial mexicano.
Para la escritora oaxaqueña Elena Gil, el fenómeno presenta dos dimensiones críticas
Por un lado, provoca reacciones predecibles que para la derecha política, van desde acusaciones de "brujería" hasta cuestionamientos sobre la laicidad del Estado.
Estos argumentos, expone la escritora, ignoran que el principio de estado laico surgió específicamente para limitar el poder de la iglesia católica, no para prohibir expresiones espirituales de pueblos originarios.
Finalmente, señala, hay otro lado que es más profundo y que algunos expertos han denominado "efecto Tizoc"; es decir, la homogenización de los pueblos indígenas.
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¿Fue un acto racista?
Las ceremonias promovidas por el gobierno actual parecen diseñadas para cumplir con estereotipos preconcebidos (flores, copal, caracoles) sin corresponder necesariamente a rituales específicos de algún pueblo en particular.
“Esto refuerza visiones racistas al simplificar la extraordinaria diversidad ritual de las 68 culturas originarias reconocidas en México".
"La ceremonia del 1 de septiembre será, más que un homenaje a los pueblos indígenas, fue una prueba de fuego sobre la capacidad del Estado mexicano para relacionarse con la diversidad cultural sin caer en el simulacro y la apropiación superficial”, expuso Gil.
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