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Hugo Ontiveros
La esfera política
Por: Hugo Ontiveros

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Claudia Sheinbaum acude a la tragedia

En política todos los gestos importan y todas las acciones comunican.

En política todos los gestos importan y todas las acciones comunican. Y cuando se trata de liderazgo, la presencia física en los momentos de crisis suele pesar más que cualquier discurso. La reciente visita de la presidenta Claudia Sheinbaum a las zonas afectadas por el huracán Priscila en Puebla y Veracruz marca un punto de inflexión en la narrativa del poder presidencial en México.

A diferencia de su antecesor, Andrés Manuel López Obrador, quien evitó acudir personalmente a escenarios de desastre como aquel devastador episodio del huracán en Acapulco, donde miles de familias quedaron a la deriva sin que el entonces presidente pisara el terreno, Sheinbaum ha decidido enfrentar la tragedia cara a cara. Su presencia no solo tiene un valor simbólico, sino que responde a una demanda ciudadana: la de sentir cercanía, empatía y escucha genuina por parte de quienes gobiernan.

México en esta nueva administración entró a un matriarcado, en donde la presindeta Claudia Sheinbaum ha optado por una narrativa distinta: la de la presencia emocional. Verla recorrer zonas anegadas, escuchar directamente a los damnificados y observar de primera mano las carencias, envía un mensaje poderoso: el poder que se ensucia los zapatos puede conectar mejor con el pueblo.

Sin embargo, no todo es luminoso. Su visita también exhibe los riesgos de la exposición directa. En los videos que circulan en redes sociales, se observan reclamos, gritos, y señalamientos de falta de apoyo estatal. En algunos momentos, la presidenta aparece desencajada, con gestos de impaciencia ante la crítica ciudadana. Ese rostro humano del poder —la incomodidad, el enojo, la vulnerabilidad— también comunica, y puede jugar a favor o en contra dependiendo de cómo se gestione.

Aun así, el saldo comunicacional de esta visita es positivo. En un entorno saturado de cinismo político, el solo hecho de acudir, escuchar y mirar a los ojos a la gente constituye un acto de legitimidad emocional. Morena, a través de Sheinbaum, comienza a corregir una de las grandes debilidades heredadas del lopezobradorismo: su distancia frente al dolor ajeno.

Claudia Sheinbaum ha dado un paso relevante para humanizar la Presidencia. Falta saber si esa narrativa se mantendrá en el tiempo o si fue solo una respuesta coyuntural ante la emergencia. Pero por ahora, su mensaje es claro: la transformación también se construye desde la empatía.

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