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Hugo Ontiveros
La esfera política
Por: Hugo Ontiveros

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Claudia Sheinbaum: un año de poder, símbolos y contradicciones

Hoy se cumple el primer año de gobierno de Claudia Sheinbaum, la primera mujer en llegar a la Presidencia de México.

Hoy se cumple el primer año de gobierno de Claudia Sheinbaum, la primera mujer en llegar a la Presidencia de México. Este hecho, de por sí histórico, ya representaba un parteaguas en la narrativa política nacional. La mandataria ha hecho de los símbolos un recurso estratégico para proyectar un nuevo rostro del poder. Ahí está la imagen de la primera mujer que dio el Grito de Independencia, un gesto con carga política y emocional que, sin embargo, generó debate cuando decidió omitir el apellido de Josefa Ortiz de Domínguez, resignificando —o desdibujando— una tradición.

En su discurso, Sheinbaum ha insistido en llamarse “PresidentA”, y ha tratado de sumar a las mujeres a un proyecto que, desde la retórica, busca la igualdad, la equidad y el empoderamiento. Esa narrativa ha funcionado como una bandera de inclusión y como un sello que busca marcar distancia respecto a los liderazgos masculinos que dominaron la política mexicana durante décadas. Pero más allá de los símbolos, ¿qué nos dejan estos 365 días de gobierno?

Seguridad y la relación con Estados Unidos: los ejes del poder

Dos grandes temas destacan en este primer año: la seguridad y la relación con Estados Unidos. Si en el sexenio de Andrés Manuel López Obrador se criticó la falta de acciones contra los grandes capos, hoy vemos un giro. Bajo Sheinbaum, se han capturado líderes de alto perfil del crimen organizado. Para algunos, no es casualidad: detrás estaría la presión del Capitolio y la injerencia de Donald Trump, que ha ejercido un verdadero contrapeso externo.

Paradójicamente, la oposición mexicana ha sido incapaz de consolidarse como una alternativa real, mientras que Trump, desde fuera, ha logrado condicionar la política de seguridad y comercio de México. La constante amenaza de imponer aranceles sobre nuestros productos ha sido una herramienta de presión, pero también una oportunidad. Con habilidad política y temple negociador, Sheinbaum ha capoteado esas tormentas semanales y ha logrado mantener un equilibrio que da cierta gobernabilidad y estabilidad a la relación bilateral.

Fracturas internas y las sombras del poder

Pero no todo ha sido fortaleza. Al interior de Morena, su movimiento político, se han evidenciado fisuras. Adán Augusto, una de las “corcholatas” con aspiraciones presidenciales, se mantiene en el ojo de la polémica. Viejos temas como el de su ex secretario de seguridad siguen rondando y contaminando la agenda pública presidencial.

Otro de los flancos débiles ha sido el huachicol fiscal: embarques de combustible de contrabando que exponen vacíos en el control institucional y abren dudas sobre la eficacia de la estrategia económica y aduanera. A ello se suma el desgaste de la figura presidencial por el constante señalamiento hacia la familia de López Obrador, ahora a través de sus hijos, recordándonos que en México la política sexenal cambia de apellido, pero no de prácticas.

Retos hacia el segundo año

Sheinbaum enfrenta ahora un reto mayúsculo: devolver a los mexicanos la paz social. No basta con capturas espectaculares ni con discursos de inclusión; la gente necesita resultados concretos en seguridad cotidiana, empleo digno, servicios de salud accesibles y calidad de vida. En suma, necesita recuperar la esperanza.

No se puede negar que este primer año ha estado lleno de contrastes: símbolos potentes, decisiones firmes, pero también grietas internas y contradicciones. A pesar de ello, la presidenta llega con un 70% de aprobación, un capital político nada despreciable que le da margen para encarar lo que viene.

El reto será transformar esa aprobación en soluciones duraderas y no en simples gestos. Porque los símbolos importan, sí, pero la verdadera fortaleza de un gobierno se mide en la vida diaria de su gente. Y es ahí donde Claudia Sheinbaum deberá demostrar que ser la primera mujer presidenta de México no será solo un capítulo histórico, sino el inicio de una transformación real.


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