El plan fascista de Trump en acción
La primera etapa del plan fascista del presidente Donald Trump ha entrado en acción.
La primera etapa del plan fascista del presidente (y violador) Donald Trump ha entrado en acción. El viernes 6 de junio en Los Ángeles comenzaron las manifestaciones contra el régimen de terror que ha desplegado el republicano. Las protestas se han extendido a decenas de ciudades en el país, incluso en estados republicanos como Texas, Luisiana, Florida y Georgia. La respuesta oficial ha sido la represión.
La gente tomando las calles ha decidido posicionarse contra las deportaciones violentas ordenadas por el presidente, eje central de su campaña. Trump le vendió a lxs estadounidenses que era necesario deportar a “migrantes delincuentes”, o como él les llama: “bad hombres”. Evidentemente eso no es lo que ha sucedido. Sobran ejemplos. Está Luz del Carmen Herrera, madre de seis niñas; Heidy Sánchez Tejeda y Alían Méndez Aguilar, procedentes de Cuba, casadxs con estadounidenses y deportadxs a la isla; los adolescentes Emerson Colindres de Honduras, solicitante de asilo y Kevin Rosero Moreno de Ecuador; y Juan David Pestaña, venezolano con esposa estadounidense y residencia en trámite. Todas las personas que mencioné tienen algo preciso en común: les detuvieron al acudir a una cita programada con autoridades migratorias.
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En otras palabras, el gobierno estadounidense decidió castigarles por hacer “las cosas bien”, como tanto (falsamente) profesaba el bando republicano. Este “modus operandi” es claro, y ya lo han documentado cadenas como CBS y NBC: detienen a personas durante sus procesos migratorios legales. Después de ver cómo elementos del Servicio de Control de Inmigración (ICE) empujaban a Luz del Carmen Herrera dentro de un vehículo, a su esposo, Eduardo Duarte le quedó claro: “no vengan (a sus citas migratorias) porque se los van a llevar a todos”, imploró entre lágrimas.
El problema de Trump y las y los republicanos no es la supuesta ilegalidad de lxs migrantes, sino la teoría de que los blancos en Estados Unidos están siendo reemplazados por gente “de raza impura”. Esta teoría es llamada “Great Replacement” (teoría del “gran reemplazo”), y sé que puede sonar extremo pero ha sido promovida en Fox News, el canal favorito del presidente.
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Además, uno de sus mayores expositores es el propagandista Charlie Kirk, que acumula casi 19 millones de seguidores en redes. Él es un férreo defensor de Trump e incluso fue invitado a su toma de protesta donde le dieron un espacio oficial para dar un discurso. La teoría plantea que lxs estadounidenses blancos van a desaparecer, por lo que sus creyentes consideran que el gobierno debe actuar acordemente para evitarlo. Esto explicaría por qué la administración actual ha desplegado una“cacería” (palabra usada por Kristi Noem, secretaria de Seguridad Nacional) contra las personas morenas. No es casualidad que también hayan detenido a residentes legales y hasta estadounidenses. Está el caso de Marcelo Gomes da Silva, estudiante brasileño de 18 años.
Él llegó a Estados Unidos cuando tenía 12 años con una visa de estudiante. Esto no le importó al ICE. Lo mantuvieron ilegalmente detenido por 6 días, en los que Marcelo dijo que no pudo defecar porque no tenía acceso a un baño. Su única opción era hacer sus necesidades frente al resto de las personas detenidas, al descubierto. Jose Hermosillo de 19 años es otro caso. Él es ciudadano estadounidense. Aún así fue detenido en Arizona. Lo acusaron de ser un migrante ilegal. Estuvo secuestrado por 10 días. Una prueba más que evidencia cómo el objetivo de Trump son las personas morenas y no aquellxs con estatus irregular, es una orden de su administración aprobada desde mayo. Solicitó la revocación de los permisos humanitarios a 532 mil migrantes de Cuba, Haití, Nicaragua y Venezuela. La Suprema Corte (de mayoría conservadora) aceptó la petición, y así, cientos de miles de personas que vivían en Estados Unidos legalmente, quedaron desprotegidas.
Todo lo que ha hecho el presidente no debería sorprendernos. Desde las campañas, los focos rojos eran evidentes. Aún así, votantes decidieron creerle a Trump. Se tragaron (a raíz de sus prejuicios) que el republicano sólo perseguiría a “los malos”, planteamiento que en sí mismo es absurdo. Propuso resolver una crisis inexistente. Hay múltiples investigaciones que muestran que lxs migrantes tienen una menor incidencia criminal que lxs estadounidenses. Esto ha sido ampliamente documentado por el economista de Stanford Ran Abramitzky; organizaciones como el “Instituto Cato” y “The Marshall Project”; medios como “The New York Times”; y la Asociación Estadounidense de Sociología (American Sociological Association, ASA).
Más allá de que haya plena evidencia e investigaciones al respecto, el trasfondo es obvio. Un estadounidense sabe que si comete un crimen podría ser detenido, mientras que un migrante está consciente que podría ser deportado, un riesgo que no quieren correr.
El gobierno de Estados Unidos sabe que lxs migrantes no son delincuentes. Mienten a conciencia al afirmarlo. Es claro al observar donde están ocurriendo las detenciones. No han desplegado redadas en sitios de distribución de drogas. Tampoco están atrapando a migrantes “in fraganti”. En vez, Trump ha ordenado el despliegue de elementos del ICE a sitios de trabajo: el estacionamiento de un Home Depot, un autolavado, fábricas, campos de cultivo, zonas de construcción. Estas injustificadas detenciones enfurecieron a la sociedad estadounidense que decidió movilizarse. Como lo adelanté, Trump respondió con represión. En Los Ángeles ordenó el despliegue de 2 mil elementos de la Guardia Nacional, un cuerpo militar.
Lo hizo sin la autorización del gobernador de California, el demócrata Gavin Newsom. Esto no había sucedido desde 1965, cuando Lyndon B. Johnson envió a la Guardia Nacional a combatir protestas contra la segregación en Alabama. Profundamente simbólico si me preguntan.
La Guardia Nacional y las policías locales han agredido a manifestantes y hasta a periodistas de forma directa. La lista de ataques en los últimos días es muy larga: le dispararon una bala de goma a la corresponsal australiana Lauren Tomasi en plena transmisión; le dispararon en la cabeza al fotógrafo Toby Canham de “The New York Post”; detuvieron temporalmente al reportero Jason Carroll de CNN a la mitad de un programa; y le lanzaron una bala de goma al camarógrafo Gabriel Ovalle de “Channel 5”. Además, un video publicado por la cuenta @CalvinMillar en Instagram muestra el momento en que policías de Austin, Texas agreden a un reportero y le decomisan su equipo de trabajo.
A estos ataques se suman los policías de Nueva York, grabados mientras cargaban y jalaban el cabello de mujeres en una protesta, y elementos de la policía montada pisando a un manifestante aislado en California. Esta represión sistemática es lo que desató algunos incidentes de violencia en las protestas contra las redadas.
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Quizás en este punto de mi columna todavía haya gente sin criterio o comprensión lectora justificando que las redadas tienen como objetivo detener a migrantes porque intrínsecamente, el que no tengan sus papeles en orden les convierte en terribles delincuentes. El asunto es que, esto es falso. Más allá de que internacionalmente la migración es reconocida como un derecho, la Ley Federal de Estados Unidos tampoco la categoriza como un crimen de gravedad. La migración irregular es clasificada como un “misdemeanor”, o delito menor, generalmente sancionado con multas o trabajo comunitario. Para que quede claro, ejemplos de “misdemeanors” son manejar con una licencia revocada o caminar fuera de las banquetas o pasos peatonales.
La inestabilidad de Donald Trump y su política del terror están hundiendo la confianza que el mundo le tenía a Estados Unidos, y de paso su economía. Aún así, el violador se mantiene firme, intentando convencer a la población de que lxs migrantes tienen la culpa de todos sus problemas. Esta es una idea asquerosa, falsa, fascista… pero para nada original.