¿Cuál es el origen del "de" en los apellidos de las mujeres casadas?
En México las mujeres casadas incorporan el "de" a sus apellidos, perdiendo el materno, pero ¿cuándo inició esta costumbre?

Durante décadas, en México fue común que las mujeres casadas adoptaran el apellido de su esposo precedido por la preposición “de”.
Esta práctica, aunque hoy casi en desuso, formó parte de una norma social heredada desde la Colonia y profundamente arraigada en el imaginario colectivo, pero ¿cómo surgió esta costumbre y por qué está desapareciendo?
¿El "de" era un símbolo de pertenencia marital en México?
El uso del “de” tenía como función mostrar que una mujer estaba casada, agregando a su apellido de nacimiento el del esposo.
Así, una mujer llamada Ana Pérez, al casarse con Juan González, pasaba a llamarse Ana Pérez de González, esta fórmula no solo evidenciaba el vínculo conyugal, sino que también reforzaba la idea de pertenencia, donde la mujer pasaba a ser vista como parte del núcleo familiar del hombre.
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Aunque en España esta práctica nunca fue común, en México, como en gran parte de América Latina, se consolidó durante el periodo colonial, a partir del siglo XVIII.
Los registros eclesiásticos y civiles comenzaron a reflejar esta fórmula, que se mantuvo vigente durante los siglos XIX y XX.
En actas de matrimonio, bautismo e incluso en documentos oficiales, era habitual ver mujeres con el “de” incluido en su nombre, como muestra de respeto a las normas sociales de la época.
¿Cuándo inician los cambios legales y sociales en México?
Con la llegada de movimientos feministas y reformas legales en el México del siglo XX, esta práctica comenzó a perder fuerza.
La legislación civil no obliga a las mujeres a cambiar su apellido al casarse, y cada vez más mexicanas optan por mantener su identidad completa sin modificaciones.
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El uso del “de” se volvió entonces un elemento opcional, más simbólico que legal, y en muchos casos fue abandonado por las nuevas generaciones.
¿Actualmente es una costumbre en desuso?
Hoy en día, la mayoría de las mujeres mexicanas conservan sus apellidos de nacimiento tras contraer matrimonio.
Aunque algunas todavía utilizan el “de” por tradición o preferencia personal, la tendencia general ha sido dejar atrás esta práctica.
En documentos oficiales, medios de comunicación y redes sociales, es cada vez menos frecuente ver este tipo de nombres compuestos.
La costumbre del “de” en los apellidos revela una etapa en la historia de México donde el rol de la mujer estaba legal y culturalmente subordinado al del hombre, hoy esto también es un avance en la lucha por la igualdad y la autonomía de las mujeres.
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