Encalado de árboles frutales: una técnica con grandes beneficios
El encalado protege árboles frutales de plagas y daños, mejora la corteza y regula temperatura. Se recomienda en invierno o primavera para mayor efectividad.
San Pedro Garza García.- El encalado de árboles frutales es una técnica agrícola que se ha utilizado durante mucho tiempo, manteniéndose vigente gracias a sus múltiples beneficios. Este método consiste en aplicar una mezcla de cal en los troncos y ramas principales de los frutales, creando una barrera física que protege al árbol de diversas amenazas externas. Aunque muchos puedan pensar que es una técnica obsoleta, sigue siendo eficaz, especialmente en zonas de clima extremo o donde las plagas son comunes.
Beneficios del encalado en los árboles
Uno de los principales objetivos de encalar es proteger la corteza del árbol de hongos, bacterias y plagas, gracias a las propiedades antifúngicas y antibacterianas del hidróxido de calcio. Además, actúa como una capa reflectante que ayuda a estabilizar la temperatura interna del árbol, reduciendo el riesgo de daños causados por cambios bruscos de temperatura. Esta protección es especialmente útil en árboles con corteza delgada, como manzanos, perales y duraznos, que son más sensibles a las fluctuaciones térmicas.
Aplicación y consideraciones importantes
El encalado es más efectivo cuando se realiza durante los meses de invierno o a inicios de la primavera, mientras el árbol se encuentra en reposo vegetativo. Durante este periodo, la savia del árbol no está fluyendo activamente, lo que facilita una mejor absorción de los beneficios de la cal. La aplicación es sencilla:
- Se prepara una solución de cal y agua.
- Se aplica uniformemente sobre el tronco y las ramas principales.
Es importante no exagerar en la cantidad para evitar asfixiar la corteza.
Mitos y frecuencia del encalado
Existen algunos mitos en torno a esta técnica, como la creencia de que debe realizarse anualmente sin excepción. Sin embargo, la frecuencia depende del clima y la salud del árbol; en zonas templadas, puede ser suficiente con hacerlo cada dos años. Otro mito común es que la cal afecta la absorción de nutrientes, cuando en realidad su aplicación en la corteza no interfiere con las raíces ni su capacidad de absorber nutrientes del suelo.
