El corazón de una madre siempre espera el regreso de su hijo
“Quisiera ser paloma para ir a buscarlo y decirle, mira, aquí estoy todavía esperando”, María Elena espera desde hace nueve años a su hijo Rodrigo, secuestrado en 2015''

VICTORIA, Tam.- El corazón de una madre siempre espera la llegada del hijo que un día se fue, en la mesa siempre aguarda su lugar y en su corazón, aún cuando luego de años de la pena y dolor esté hecho añicos, siempre habrá amor y esperanza de volverlo abrazar.
Este 10 de mayo, es para María Elena Candelaria Zúñiga Castro un día de las Madres, muy doloroso, sin nada qué festejar, “el lugar está vacío, aunque querramos estar alegres, no podemos”.
A ella le hace falta su hijo Renato Castillo, a quien desaparecieron un 25 de enero del 2015, cuando de su trabajo lo mandaron a un ejido del municipio de Jiménez a recoger unas reses.
Recuerda que fue hasta dos días después, cuando se enteró de lo ocurrido, porque acudió a preguntar por él a la Unión Ganadera Regional de Tamaulipas, donde le explicaron que sí había llegado a recoger el ganado, pero que los soldados habían encontrado el trailer con el ganado, pero su hijo, no estaba.
“Lo primero que me van diciendo, que me tiene una mala noticia que mi hijo me lo habían levantado”, dice con lagrimas en los ojos, “desde ese día, ya nada es lo mismo, falta todo, aunque tenga uno su marido, tenga a Dios, falta ese retoño que salió de nosotros”.
Renato, nos narra, estaba casado y tenía tres hijos, Renato, Alfredo y Ángel, y habían regresado a Victoria porque en Monterrey no había encontrado trabajo estable que le permitiera sacar adelante a su familia.
Ese día, no solo se llevaron a su hijo Renato y a un amigo de él que lo acompañó, también se llevaron al dueño del rancho, su esposa y sus hijos, de nadie se ha tenido noticias desde hace nueve años.
Narra que incluso uno de los hijos de Renato acudió al rancho, pero ya no encontró nada, pues todo estaba abandonado, enmontado, “me dice, mami, el rancho está solo y está bien grande, dice, está montado, olvidado dijo, yo estoy con la esperanza de encontrar a mi papá; le dije bueno, va a llegar un día, va a llegar”.
Han pasado nueve angustiosos años para la señora María Elena y otras cientos de madres que en Tamaulipas buscan a sus hijos y demás familiares desaparecidos, sin tener noticias.
“Yo les pido a las autoridades que le echen ganas porque, desde el 2015, todos estamos con una esperanza, y una fe agarrada de Dios, que encuentren a nuestros hijo, cómo ellas (las demás madres buscadoras) dicen, como sea, pero sabemos que ya están con nosotros”.
La señora María Elena lamenta que por su edad y su enfermedad (fibrosis pulmonar), no pueda acudir como muchas otras madres y personas con algún familiar desaparecido, a las búsquedas a campo.
“Yo quisiera volar, como decía mi madre, mija quisiera ser palomita para ir a buscarle, es cierto lo que dice mi madre, quisiera ser paloma para ir a buscarlo y decirle, aquí estoy todavía esperando”.