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CDMX

Netflix y la producción del morbo

Adolescente descubre que quien la acosaba por internet era su propia madre. Así como escuchaste. Un caso tan perverso que Netflix no tardó en capitalizar y convertir en documental.


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Por: Fernando Bustos

Desde hace unas semanas ha circulado de nuevo esta historia que en realidad ocurrió entre 2020 y 2022, en Michigan, EE. UU., cuando los adolescentes afectados tenían solo 13 y 14 años. Y curiosamente esto coincide con el estreno del nuevo documental de Netflix, Número desconocido: un escándalo de ciberacoso.

Y la historia es esta. A finales del 2020, Lauryn y su entonces novio comenzaron a recibir mensajes anónimos violentos y sexualmente explícitos. Los mensajes no cesaban. Llegaban a todas horas. Entre 2021 y 2022, el acoso se volvió insoportable, sobre todo contra Lauryn.

Los mensajes incluso la incitaban a quitarse la vida. El caso escaló tanto que intervino el FBI. Y luego de una investigación cibernética, lo que descubrieron fue que la autora de los mensajes era la mamá de Lauryn. La acosaba desde el anonimato para luego mostrarse preocupada frente a las personas.

Netflix acaba de estrenar este documental que reconstruye el caso, y donde aparecen los entonces adolescentes afectados, sus padres, y hasta Kendra, la madre acosadora, que fue hallada culpable y pasó un tiempo en prisión.

Y perdón si todo esto suena a spoiler, pero es un caso público desde hace tiempo que me interesa conversar con ustedes. Y quiero discutir no el crimen en sí, sino el tipo de espectáculo bastante perverso que Netflix construye a partir del dolor real.

El documental es problemático porque no se limita a narrar hechos, sino que presenta una dramatización cargada de suspenso: personas actuando situaciones, testimonios guiados por estructura y montaje emocional diseñado para generar morbo.

No es una narración de los hechos, sino un simulacro. Y el mejor ejemplo es Kendra, la mamá acosadora. Aparece desde el inicio frente a la cámara, acusando a la escuela, desviando culpas, sugiriendo incluso que la culpable era una compañera de su hija.

Kendra actúa una narrativa frente a las cámaras con tal de soportar el morbo de la historia.Netflix ha perfeccionado la fórmula de producción del morbo: asesinos seriales, desapariciones, crímenes. Y ahora, una madre que acosó durante un año a su propia hija.

¿Cuánto dinero se les ofreció a los involucrados? ¿A Lauryn? ¿A Kendra para que accediera a participar y se mostrara culpable en una plataforma de nivel internacional? ¿A cambio de qué? ¿Pensaron en las consecuencias de volver a exponer a una víctima joven ante una audiencia global?

Y esto parece marcar una tendencia: contenido real disfrazado de documental, sin responsabilidad ética, como los pódcast de Saskia Niño de Rivera o tantos otros, que convierten la violencia en entretenimiento a partir del mero morbo.

¿Cuál es el mensaje que queda cuando se le da voz internacional a una madre que incitó al suicidio de su hija? ¿Qué todo vale por views? ¿Qué sigue? ¿Un documental sobre el caso de Valentina Gilabert en México? Casos como este deberían discutirse públicamente, sí.

Pero no como parte de un espectáculo. Si no desde el pensamiento ético, desde la ley y desde la protección a las víctimas.

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