¿Para qué sirve hoy la Presa Falcón? Este es su papel en la frontera norte de México
Construida hace más de siete décadas, la presa sigue siendo pieza clave en el riego, la generación de energía y el abastecimiento del norte tamaulipeco

Entre el calor semidesértico del noreste de Tamaulipas y las aguas tranquilas del río Bravo, la Presa Falcón permanece como un gigante silencioso que sostiene vida, cosechas y electricidad para comunidades de México y Estados Unidos. Aunque muchos la asocian con su historia o sus dimensiones, su papel sigue siendo fundamental para la región.
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Ubicada entre Nueva Ciudad Guerrero, Tamaulipas, y Roma, Texas, la Presa Falcón fue inaugurada en 1953 como parte de un acuerdo binacional para aprovechar las aguas del río Bravo. Hoy, su embalse ocupa más de 33 mil hectáreas y continúa operando bajo un esquema compartido entre la Comisión Internacional de Límites y Aguas (CILA) de ambos países.
¿Qué función cumple actualmente la Presa Falcón?
El principal uso sigue siendo agrícola: más de 400 mil hectáreas del norte de Tamaulipas y el sur de Texas dependen del agua que regula este embalse.
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Desde zonas citrícolas hasta campos de sorgo y maíz, los distritos de riego 025 (Bajo Río Bravo) y 026 (Bajo San Juan) se alimentan en parte de este sistema, según datos de la Comisión Nacional del Agua (Conagua).
¿También genera electricidad o solo es una presa agrícola?
Sí genera electricidad. La Presa Falcón cuenta con una planta hidroeléctrica operada por la Comisión Federal de Electricidad (CFE), con una capacidad instalada de 21 megawatts. Aunque modesta comparada con otras presas del país, su producción es clave para abastecer comunidades cercanas y contribuir a la red nacional de energía limpia.
¿En qué condiciones se encuentra actualmente?
Durante los últimos años, ha enfrentado periodos críticos de sequía. En 2023, su nivel de almacenamiento bajó a menos del 10 %, provocando alertas en ambos lados de la frontera.
A pesar de las lluvias de 2024 y 2025, el monitoreo de CILA indica que su recuperación ha sido lenta, lo que ha afectado tanto al suministro agrícola como a la generación eléctrica.
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Aún así, la Presa Falcón resiste. A sus más de 70 años, sigue siendo una pieza vital del rompecabezas hídrico entre México y Estados Unidos. Un monumento de concreto que, sin hacer ruido, alimenta cosechas, da luz y protege del desbordamiento a miles de familias a lo largo del Bravo.