Historia del henequén en Yucatán: auge y actualidad
Esta planta fue muy importante durante muchos años en la entidad pues fue clave para transformar la economía del estado

La historia del henequén en Yucatán es un relato de esplendor, crisis y resiliencia, marcado por la interacción entre empresarios privados, el gobierno y la sociedad yucateca. Esta fibra, conocida como el “oro verde”, transformó la economía, la política y la cultura de la región desde el siglo XIX hasta la actualidad.
Durante varios años esta planta fue el motor económico de la región, pero una serie de decisiones y acontecimientos marcó el destino de esta materia prima.
¿Cuáles fueron los orígenes y el auge del uso del henequén en Yucatán?
Reportes históricos de diversos libros que hablan de la historia de Yucatán señalan que el henequén era cultivado por los mayas desde la época prehispánica, quienes lo llamaban “ki” y aprovechaban sus fibras para fabricar sogas y cordeles.
Sin embargo, fue en el siglo XIX cuando su cultivo se intensificó, especialmente tras la Guerra de Castas, en el año de 1847, que destruyó otras industrias y consolidó al henequén como motor económico de Yucatán.
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Durante el porfiriato (1876-1911), esta planta alcanzó su máximo esplendor. Más de mil haciendas henequeneras operaban en la región, controladas por una élite de unas 400 familias, de las cuales alrededor de 20 a 30 formaban la llamada “casta divina”.

Estas familias no solo acumularon enormes fortunas, sino que también controlaron el poder político local, profundizando las desigualdades sociales y económicas.
El auge del henequén permitió la modernización de Yucatán: se construyeron ferrocarriles, se transformó la ciudad de Mérida y se generó empleo para miles de personas, aunque bajo condiciones laborales frecuentemente precarias para los trabajadores mayas y otros grupos “enganchados”.
¿Cuándo fue la crisis y decadencia del henequén en Yucatán?
El inicio del siglo XX trajo consigo cambios políticos y económicos. La Revolución Mexicana de 1910 llegó tardíamente a Yucatán, pero sus efectos incluyeron la intervención del Estado para regular la industria, motivada por la concentración de la riqueza y el poder en manos de unos pocos empresarios, como Olegario Molina.
La crisis se profundizó con la caída de los precios internacionales y, sobre todo, con la invención de fibras sintéticas como el polipropileno en el siglo XX, que desplazaron al henequén en los mercados globales.

El punto de inflexión llegó en 1937, con la reforma agraria impulsada por el presidente Lázaro Cárdenas. El gobierno expropió grandes extensiones de tierras henequeneras y promovió la organización colectiva de la producción a través de ejidos, buscando mejorar las condiciones de vida de los campesinos y romper el monopolio de los hacendados.
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Se crearon organismos estatales para el fomento y desarrollo de la industria, y en 1970, la paraestatal Cordemex asumió el control de la manufactura y comercialización del henequén. Esta paraestatal fue disuelta en 1991 bajo el gobierno de Dulce María Sauri Riancho.
¿Cuál es la actualidad de la industria del henequén en Yucatán?
En la actualidad, el henequén ya no ostenta el papel protagónico de antaño, pero sigue siendo un símbolo de la identidad yucateca y un componente importante de la economía regional.
Existen haciendas que han diversificado sus actividades hacia el turismo y la producción artesanal. El cultivo del henequén se mantiene con prácticas más sostenibles y la búsqueda de nuevos mercados y aplicaciones para sus fibras, en un contexto de resiliencia ante los desafíos modernos.
Sotuta de Peón es una de las pocas haciendas henequeneras que existen en plena producción y ofrece a sus visitantes un recorrido por las diversas etapas en las que consiste su manufactura en fibra.
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