Lo mejor de la información de México y el mundo
Facebook POSTAX POSTAInstagram POSTAYoutube POSTATikTok POSTA
BCS

Halloween 2025: 3 leyendas de La Paz que te pondrán los pelos de punta

Algunos caminos y edificios históricos en Baja California Sur guardan un silencio inquietante que hiela la sangre, atrévete a descubrir cuáles son.

Foto: Gemini AI
Foto: Gemini AI

Publicado el

Copiar Liga

Por: Rosalva Castro

En la capital sudcaliforniana, los relatos de fantasmas y sucesos inexplicables forman parte de la tradición oral que se revive cada octubre. Desde carreteras marcadas por tragedias hasta edificios históricos que esconden historias sombrías, las leyendas paceñas son un recordatorio de que el misterio también habita entre nosotros.

Foto: Canva

Foto: Canva

Tres leyendas de La Paz que te erizarán la piel

1.- La curva de Pichilingue

Al norte de la ciudad, justo donde la carretera comienza a serpentear rumbo a Pichilingue, se levanta una curva conocida por todos como “la enfermería”.

De día parece un tramo cualquiera, pero al caer la noche, el ambiente cambia sin explicación; el aire se espesa como si costara respirar, el silencio se alarga de forma antinatural y un frío repentino recorre la piel de quienes se atreven a cruzarla.

La leyenda nació en los años 70, cuando dos amigas inseparables perdieron la vida en un accidente automovilístico al volcar en esa curva cerrada. Desde entonces, muchos conductores aseguran haber visto sus siluetas caminar lentamente por la orilla de la carretera, siempre con la mirada perdida, o levantando el brazo para pedir un aventón.

El relato más estremecedor es el de un taxista que, una madrugada, juró haberlas subido a su vehículo. Se acomodaron en el asiento trasero sin pronunciar palabra, con los rostros ocultos en la oscuridad.

Durante el trayecto, el conductor sintió que algo no estaba bien. Al llegar al Molinito, se atrevió a mirar por el retrovisor pero los asientos estaban vacíos. Ni una puerta abierta, ni un sonido, solo el eco de su propia respiración acelerada. Desde esa noche, nunca volvió a conducir por esa ruta después del anochecer.

2.- La Biblioteca Justo Sierra

La Biblioteca Pública “Maestro Justo Sierra” luce hoy como un espacio cultural y de aprendizaje. Sin embargo, tras sus muros centenarios se esconde un pasado oscuro cargado de dolor, enfermedad y muerte.

El edificio fue erigido en 1918 como residencia del gobernador Manuel Meza, pero pronto se vió marcado por la tragedia. Primero albergó a decenas de enfermos de tuberculosis, muchos de los cuales exhalaron su último aliento entre esas paredes, dejando tras de sí el eco de sus sufrimientos, que según trabajadores aún se escuchan.

Más tarde, convertido en cárcel, sus celdas retumbaron con los gritos de reos desesperados, y el pueblo comenzó a llamarlo con temor “El Sobarzo.

La historia más siniestra se remonta a 1932, cuando el sargento Agustín Loera fue hallado muerto dentro de una celda cerrada con llave, aunque las llaves habían desaparecido años atrás.

Nadie pudo explicar cómo había entrado, ni cómo murió. La celda se mantuvo cerrada durante décadas, y hasta hoy algunos aseguran que de ahí emanan susurros y golpes inexplicables.

Aunque desde 1978 funciona como biblioteca, los relatos persisten. Visitantes y empleados confiesan que, al caer la noche, los pasillos se llenan de murmullos apagados, pasos que no llevan a ninguna parte y lamentos que parecen surgir de las paredes mismas.

Quienes han sentido ese frío recorrerles la espalda dicen que en el edificio las almas atrapadas siguen vagando entre estantes y sombras.

3.- La Taconuda del internado

Entre los mitos urbanos de La Paz, ninguno provoca tanto escalofrío como el de “La Taconuda”, un espectro femenino que, según cuentan, aún recorre los pasillos del antiguo internado mixto de la ciudad.

La profesora Marianela Abarca Cansino relató que, a las dos de la madrugada, los estudiantes eran arrancados de sus sueños por un sonido escalofriante; el repiqueteo de unos tacones que avanzaban con paso firme y desesperante.

El eco se prolongaba en el corredor oscuro, como si alguien invisible caminara de un extremo al otro.

Quienes se atrevían a abrir la puerta apenas lograban distinguir una silueta difusa que se deslizaba hacia la lavandería. El haz de luz del velador proyectaba sombras deformes en las paredes, y por un instante, la figura parecía cobrar forma antes de desvanecerse entre las plantas.

Los testimonios más estremecedores aseguran que la Taconuda entraba a los dormitorios; las llaves del agua se abrían solas en plena noche. O peor aún, las sábanas comenzaban a deslizarse lentamente desde los pies de la cama, como si unas manos siniestras tiraran de ellas.

Algunas jóvenes decían que era una presencia habitual, casi cotidiana. Otras juraban que sintieron un aliento frío rozarles la nuca mientras permanecían inmóviles bajo las cobijas.

Nadie supo jamás quién era esa mujer ni por qué seguía rondando el internado, pero hasta hoy su historia se cuenta con un susurro temeroso, como si al nombrarla pudiera volver a aparecer.


¿Por qué nos atraen las historias de fantasmas?

Más allá del miedo, la fascinación por estas leyendas tiene raíces en la psicología y la sociología. Investigadores han señalado que el gusto por los relatos de lo paranormal responde a una necesidad de dar sentido a lo inexplicable y de experimentar emociones intensas en un entorno seguro.

Un estudio titulado “The Psychological Benefits of Scary Play in Three Types of Horror Fans” publicado en la revista Journal of Media Psychology explica que las experiencias de miedo en contextos controlados, como leer o escuchar historias de fantasmas, activan respuestas emocionales intensas que generan adrenalina y placer, al mismo tiempo que ayudan a las personas a practicar el control de sus emociones negativas

Por su parte, en un trabajo académico de la Universidad de Durham titulado “Postcolonialism and the politics of enchantment”, se reflexiona sobre cómo los relatos de fantasmas y lo sobrenatural funcionan como parte de una política cultural que mantiene vivo el sentido de pertenencia y refuerza los imaginarios colectivos de las comunidades

En ese sentido, las leyendas paceñas no son simples cuentos de miedo; forman parte de la identidad de la ciudad. Historias como la curva de Pichilingue, los fantasmas de la Biblioteca Justo Sierra o la Taconuda del internado se transmiten de generación en generación, creando un vínculo entre los habitantes y su pasado.

Foto: Canva

Foto: Canva

Ecos que sobreviven en La Paz

Ya sea en la penumbra de un camino solitario, entre los muros de un edificio histórico o en los pasillos de un internado, las leyendas de La Paz nos recuerdan que el pasado sigue vivo en forma de relatos que cruzan generaciones.

Este Halloween 2025, mientras disfrutas de la fiesta, recuerda que en la capital sudcaliforniana hay historias que aún caminan entre nosotros… y que quizá nunca querrás comprobar por ti mismo.


Síguenos en Google News
Noticias Relacionadas