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Halloween 2025: 3 lugares embrujados de La Paz que te pondrán la piel chinita

Hay rincones en La Paz donde la noche nunca termina y quienes se atreven a entrar aseguran que no salieron siendo los mismos.

Foto: Canva
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Por: Rosalva Castro

Entre sombras y leyendas, La Paz también guarda rincones que se han convertido en parte del imaginario popular. Este Halloween, más de un paceño recuerda aquellas historias de misterio que, generación tras generación, siguen helando la sangre. Aquí te contamos tres sitios embrujados de la capital sudcaliforniana.

3 lugares más embrujados en La Paz 

1.- El Laberinto del Diablo: de parque familiar a escenario de rituales

En los años setenta, La Paz inauguró El Laberinto, un parque con teatro subterráneo, rampas y juegos infantiles. Era un espacio moderno, pensado para la recreación de las familias paceñas.

Lo que en sus inicios fue un lugar de alegría, se transformó en un sitio perturbador. En su estado de deterioro, los jóvenes lo convirtieron en punto de reunión, pero no para disfrutarlo como anteslas paredes se llenaron de grafitis, las noches se acompañaban de borracheras y consumo de sustancias, y poco a poco la policía perdió el control del sitio.

El ambiente sombrío se intensificó cuando comenzaron a circular rumores sobre sectas satánicas que realizaban rituales en el lugar, especialmente en fechas como Halloween o Día de Muertos. Entre los relatos más comunes destacan misas negras, luces de veladoras encendidas a media noche, símbolos grabados en el suelo y restos de sacrificios animales.

De acuerdo con programas de investigación paranormal que han visitado la zona, se reportan presencias oscuras, sombras que se mueven entre los pasillos y una energía pesada que impregna el lugar, sobre todo al caer la noche.

2.- Panteón de El Zacatal

El Zacatal es uno de los cementerios más antiguos de La Paz. En sus orígenes pertenecía al poblado de El Centenario, en un cruce de caminos solitario, y desde el principio se decía que ahí se reunían fuerzas que no eran de este mundo.

Con los años, cuando la ciudad creció y otros panteones se abrieron, la mayoría de las familias optaron por enterrar a sus muertos en otros camposantos, como Los San Juanes o Jardines del Recuerdo, pero el lugar nunca quedó vacío.

Al caer la noche, otros visitantes se adueñaron del camposanto, grupos extraños, sectas y brujos que encendían fogatas entre las tumbas, invocaban espíritus con ouijas y hacían rituales que estremecían a quien se atreviera a mirar. Se habla incluso de cuerpos profanados, exhumados en secreto para llamar a “el ser de las tinieblas”.

Los vecinos cuentan que, si pasas por ahí a altas horas de la madrugada, puedes ver siluetas alrededor de las hogueras, figuras que no parecen del todo humanas. Algunos que se acercaron aseguran que las sombras los persiguieron con gritos y que el aire se volvió helado, como si la muerte misma respirara sobre ellos.

Hoy, con más de siglo y medio de antigüedad, El Zacatal es mucho más que un viejo cementerio, es un lugar donde los vivos no mandan, donde las almas no descansan y donde, cada noche, algo oscuro sigue despertando entre las tumbas.

3.- Hospital Salvatierras viejo

El Hospital Juan María de Salvatierra abrió sus puertas en 1890. Durante décadas fue el centro de salud más importante de La Paz, pero también escenario de dolor, enfermedad y muerte.

Sus paredes presenciaron epidemias, muertes de recién nacidos sin explicación y el azote de la tuberculosis, la llamada peste blanca, que llenó sus salas de cuerpos agonizantes.

Una de las leyendas más conocidas habla de una monja espectral que aparecía en los momentos más críticos. Se decía que, cuando alguien estaba a punto de morir, la silueta de esta monjita se materializaba junto a la cama y el paciente regresaba milagrosamente a la vida.

Para algunos era un ángel; para otros, un espíritu que reclamaba las almas que lograba salvar.

Otra historia estremecedora cuenta de una mujer atacada por una jauría de perros que murió con rabia y sufrimiento. Desde entonces, su espíritu vagaba por los pasillos pidiendo limosna.

Quienes, conmovidos, le ofrecían una moneda, quedaban marcados por su sonrisa macabra, la mujer mostraba los colmillos desgarrados de su muerte y al poco tiempo, esa persona fallecía.

El hospital acumuló tantas muertes y lamentos que, incluso después de su cierre en los años sesenta, se asegura que el edificio quedó impregnado.

Quienes han trabajado en sus instalaciones posteriores, hoy Casa de la Cultura y dependencias de salud, dicen escuchar pasos en los pasillos vacíos, llantos de recién nacidos y puertas que se abren solas en la madrugada.

El viejo Hospital Salvatierra ya no recibe pacientes. Pero quienes conocen sus leyendas afirman que en su interior aún habitan ecos de sufrimiento y que la muerte nunca terminó de marcharse de ahí.

Halloween en La Paz: la frontera entre la fiesta y el miedo

Cada 31 de octubre, las calles de La Paz se llenan de disfraces, dulces y luces que recuerdan el lado festivo de Halloween. Sin embargo, para muchos, esta celebración no solo significa alegría, es la noche en que el velo entre el mundo de los vivos y los muertos se vuelve más delgado.

Las leyendas cobran fuerza, los relatos se hacen presentes y la ciudad revive viejos temores. En esta fecha, los paceños no solo celebran, también recuerdan que en sus calles, parques y casas aún respiran historias que nadie ha podido explicar.

Foto: Canva

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La casa más embrujada de La Paz: la leyenda de la Allende

Hubo un tiempo en que La Paz tenía su propia “casa del terror”. Se encontraba en la calle Allende esquina con Guillermo Prieto, y aunque fue demolida en 2018, los vecinos todavía hablan de ella con escalofrío.

La vivienda, construida a mediados del siglo pasado con gruesos muros de ladrillo y un molino de viento en su patio, parecía una casa cualquiera. Ahí vivió una familia que intentaba prosperar, hasta que una tragedia lo cambió todo.

Tras el trágico suicidio de una mujer en la casa, nadie volvió a habitarla. Quienes entraban juraban escuchar pasos, ver sombras y sentir un frío inexplicable en cada rincón. Con los años, la casa se fue deteriorando y terminó abandonada, convertida en refugio de historias paranormales y miedo colectivo.

Aunque la derrumbaron hace algunos años, muchos aseguran que en el terreno baldío aún se perciben malas vibras. Como si las paredes hubieran caído, pero los espíritus se hubieran quedado.

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