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Yucatan

Familias yucatecas limpian tumbas en el Cementerio General de Mérida para recibir el Janal Pixán

En Mérida, familias yucatecas acuden al Cementerio General para limpiar tumbas, colocar flores y veladoras en vísperas del Janal Pixán


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Por: Ulises Ramírez

Desde muy temprano, cuando el sol apenas comenzaba a asomar entre las copas de los árboles, el Cementerio General de Mérida recibió a decenas de familias que llegaron con cubetas, escobas, flores y hasta veladoras. Octubre avanza, y con él se aproxima una de las celebraciones más emotivas para la comunidad yucateca: el Janal Pixán, el Día de Muertos.

Entre el murmullo del viento y el canto ocasional de los pájaros, se escuchaban conversaciones suaves, recuerdos compartidos y risas que contrastaban con el solemne silencio que caracteriza al camposanto. La actividad más visible era la limpieza de tumbas, una tradición que año con año cobra vida y color.

Las manos trabajan, pero el corazón es quien guía. No se trata solo de quitar hojas secas o acomodar flores. Se trata de volver a acercarse a quienes ya no están, de honrar su memoria y de reafirmar el vínculo que, según la tradición maya, nunca se rompe.

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¿Por qué es importante la limpieza de tumbas para las familias?

Para muchas familias yucatecas, limpiar las tumbas es una muestra de amor y respeto. Es preparar la llegada de las almas al mundo terrenal, recibirlas como huéspedes distinguidos que regresan a casa. Es también reafirmar la continuidad de la historia familiar.

“Vine a limpiar la tumba de mi mamá porque hoy es su cumpleaños y por fieles difuntos igual, yo vine hoy porque la próxima semana estará imposible. Yo traigo flores y veladoras”, comentó Jorge Ojeda, quien retiraba cuidadosamente ramas y tierra acumulada.

La tarea se convierte en una oportunidad para contar historias a los más jóvenes, para que conozcan quiénes fueron sus antepasados y qué legado dejaron.

No es inusual ver a niños curiosos preguntando, escuchando y ayudando. Así, la tradición se mantiene viva.

Ahí también se encontraba Maricarmen Alcocer Anguas, quien dijo que ella frecuentemente va a arreglar el osario donde destacan los restos de sus familiares.

“Yo cada 15 días vengo a traer flores y veladoras, es algo que así me lo inculcaron desde niña tanto por mi abuelita, mi mamá, mi tía entonces es importante venir a recordar a nuestros muertos”, destacó.

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¿Qué elementos destacan en esta jornada de preparación?

Los colores son protagonistas: desde las flores de cempasúchil de un naranja vibrante hasta las veladoras que se encuentran en proceso de ser colocadas en pequeños altares improvisados sobre las lápidas.

El olor a humedad mezclado con el perfume de las flores recién cortadas crea una atmósfera única.

A lo largo de los pasillos se escuchan risas, oraciones, consejos sobre cómo remover el musgo y hasta chistes que recuerdan alguna anécdota familiar. No es un ambiente triste, sino profundamente humano.

Algunas familias, además de limpiar, se toman el tiempo para retocar letras borradas en las lápidas, colocar fotografías nuevas y arreglar pequeñas grietas que el paso del tiempo deja como huellas inevitables.

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¿Qué representa esta tradición para la identidad cultural de Yucatán?

En Yucatán, la relación con la muerte es cercana, casi familiar. Se celebra, se recuerda y se honra. El Janal Pixán es una muestra de ello: no se llora solo la ausencia, se celebra la presencia espiritual.

La limpieza de tumbas no es simplemente un acto previo al Día de Muertos, sino una expresión clara de la identidad cultural maya, donde la memoria no muere y la vida es entendida como un ciclo.

Al terminar la jornada, algunas familias se retiran con las manos cansadas, la ropa manchada y el corazón ligero. Han cumplido una misión: preparar el espacio sagrado donde, según la tradición, los seres queridos regresarán para convivir, aunque sea por unas horas, con quienes aún siguen aquí.

La vida continúa, pero la memoria permanece. Y en el Cementerio General de Mérida, esa memoria se convierte en flores, velas, agua y oración.

Cada año, la historia se repite. Y cada año, renueva el corazón.

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