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CDMX

Electromovilidad en CDMX: la ciudad que quiere liderar la movilidad verde en Latinoamérica

La CDMX se transforma con una apuesta firme por la electromovilidad, electrificando sus sistemas de transporte público y privado para combatir la contaminación y mejorar la calidad de vida de sus habitantes.

Transportes de CDMX . Foto: Gobierno CDMX l Canva
Transportes de CDMX . Foto: Gobierno CDMX l Canva

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Por: Mario Flores

En las calles de una de las urbes más pobladas del mundo, la movilidad está experimentando una metamorfosis. La CDMX ha decidido tomar las riendas de su futuro y ha puesto en marcha una ambiciosa estrategia de electromovilidad.

Lejos de ser un concepto abstracto, esta transición se materializa día a día con autobuses, trolebuses y taxis que ya no emiten gases contaminantes ni ruido excesivo.

El objetivo es claro: reducir la huella de carbono, mejorar la calidad del aire y ofrecer una experiencia de transporte más eficiente y cómoda para millones de personas. Esta es la historia de cómo la capital mexicana se está convirtiendo en un referente de sostenibilidad en América Latina.

¿Qué ha aportado el Metrobús en cuanto al transporte eléctrico en la CDMX?

El Metrobús, sistema que transporta a más de 1.8 millones de usuarios diariamente, se ha convertido en el principal protagonista de esta transformación.

La Línea 3 fue la pionera, integrando una flota de 60 autobuses 100% eléctricos en un tramo vital de su recorrido. Esta iniciativa ha arrojado resultados sorprendentes: se evita la quema de unos 140 mil litros de diésel al año y se previene la emisión de 500 toneladas de dióxido de carbono a la atmósfera.

Cada uno de estos autobuses eléctricos, fabricados con baterías de fosfato de hierro y litio (LiFePO4) que ofrecen una vida útil de hasta una década, evita la emisión de alrededor de 111,000 kg de CO2 anualmente, lo que equivale a la acción de 6,500 árboles maduros en un año. 

La apuesta no se detiene ahí. La Línea 4 ya ha incorporado unidades eléctricas biarticuladas, las únicas en su tipo a nivel global, capaces de transportar hasta 270 pasajeros con una autonomía de 250 kilómetros. 

Estos autobuses no solo son un prodigio de la ingeniería de movilidad, sino que también cuentan con puertas deslizable estilo metro para agilizar los ascensos y descensos en las estaciones. 

El plan a mediano plazo es ambicioso: electrificar de manera gradual otras líneas del sistema, comenzando por las Líneas 4 y 7, con el objetivo de que al menos el 50% de la flota sea eléctrica en los próximos años. 

Este plan se sostiene en un modelo de asociación público-privada, donde el gobierno federal apoya la adquisición de unidades y el sector privado se encarga de la operación.

 ¿Qué papel ha jugado el trolebús en cuestiones de transporte eléctrico en CDMX?

El Servicio de Transportes Eléctricos (STE), con sus icónicos trolebuses, ha sido siempre un bastión de la movilidad eléctrica en la CDMX. 

Sin embargo, en los últimos años ha experimentado la modernización más importante de su historia, con una inversión sin precedentes en la adquisición de más de 500 unidades nuevas entre 2019 y 2024. 

Estos nuevos trolebuses son más eficientes, silenciosos y cómodos, y han permitido la apertura y extensión de rutas clave, como la que ahora conecta la CDMX con municipios conurbanos del Estado de México.

La máxima expresión de esta renovación es el Trolebús Elevado en Iztapalapa. Este proyecto ha revolucionado la movilidad de más de 230 mil personas, reduciendo sus tiempos de traslado en un 45%. 

La tecnología implementada en las nuevas unidades les permite, gracias a baterías de litio, circular hasta 75 kilómetros sin necesidad de estar conectados a la catenaria, lo que les confiere una flexibilidad inaudita para realizar desvíos o sortear obstáculos. 

La modernización del Trolebús ha demostrado que las redes de transporte históricas pueden ser el cimiento para una movilidad del futuro, y refuerza el compromiso gubernamental de que todos los nuevos proyectos de transporte público en la ciudad sean exclusivamente eléctricos.

Taxis eléctricos: Hacia una movilidad individual sostenible

La transición energética en la CDMX no se limita al transporte público masivo. Para incentivar la adopción de vehículos limpios en el sector privado, el gobierno ha implementado programas de apoyo para los taxistas. 

Estos programas ofrecen un bono de chatarrización de hasta 100 mil pesos para la sustitución de vehículos de combustión interna por eléctricos, un apoyo fundamental para mitigar el alto costo inicial de estas unidades, que puede superar los 400 mil pesos. 

Aunque la inversión inicial sigue siendo un obstáculo, el ahorro a largo plazo es significativo. Los conductores de taxis eléctricos reportan una reducción de hasta el 80% en los costos de combustible y una disminución considerable en el mantenimiento. 

Para superar la barrera del costo, algunas empresas de aplicaciones de transporte han comenzado a ofrecer incentivos adicionales a sus socios, como tarifas de viaje preferenciales y acceso a redes de carga. 

Sin embargo, el principal desafío para la masificación de los taxis eléctricos sigue siendo la infraestructura de carga. La CDMX cuenta con alrededor de 350 estaciones públicas, una cifra que necesita expandirse exponencialmente para garantizar la viabilidad y autonomía de la flota.

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Una política integral para un futuro verde

La transición a la movilidad eléctrica no es una moda, sino una estrategia política bien definida. La Ley de Movilidad de la CDMX ha sido modificada para priorizar el uso de vehículos de cero y bajas emisiones. 

Esta visión estratégica no solo contribuye a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, especialmente a los de Ciudades y Comunidades Sostenibles, y Acción por el Clima, sino que también genera un impacto económico. 

La inversión en infraestructura y tecnología está creando nuevos empleos en la instalación, el mantenimiento y la operación de las redes de transporte, fortaleciendo la economía local. 

La capital del país se posiciona como un referente global en la lucha contra la contaminación, demostrando que es posible equilibrar el dinamismo de una megaciudad con la protección del medio ambiente. 

Es una revolución silenciosa que avanza por las calles, cables y vías, prometiendo un aire más limpio, menos ruido y una calidad de vida superior para las generaciones futuras.


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