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CDMX

Sedentarismo, estrés y comida rápida: la otra cara de vivir en CDMX

Las comodidades que ofrecen vivir o trabajar en grandes urbes como la capital mexicana, podrían ser las causantes de problemas de salud ligados al desorden alimenticio.

Sedentarismo en la CDMX. Foto: IA
Sedentarismo en la CDMX. Foto: IA

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Por: Iván Macías

Los desarrollos tecnológicos y el permanente deseo de hacer más en materia laboral, son algunas de las características que implican vivir o trabajar en lugares como la CDMX, pero que al mismo tiempo dejan de lado el cuidado de la salud, que ya afecta hasta a los más pequeños.

Día a día competimos contra el entorno, por ser mejores, destacar y hasta luchamos contra nosotros mismos. Esa vida que se desarrolla en las urbes relega la cantidad y calidad de lo que comemos y la disciplina con la que se hace y sin saberlo, estarías abriendo la puerta a desórdenes y enfermedades metabólicas.

¿Es malo para la salud vivir en la CDMX?

El entorno urbano existe para satisfacer las necesidades de los ciudadanos, pero cada quien es responsable de mantener una conducta saludable. Es decir que no todo aquel que vive o trabaja en la CDMX estaría condenado a desarrollar enfermedades por ese motivo

Si vives en la ciudad, tu rutina diaria probablemente incluye menos movimiento, más estrés y un acceso constante a comida rápida.

Este estilo de vida, tan común en la era moderna, tiene un impacto directo en tu salud. Las enfermedades metabólicas, como la diabetes tipo 2 y la obesidad, están en aumento, y la vida urbana juega un papel crucial en este fenómeno.

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¿Qué daño hago a mi salud por vivir o trabajar en la CDMX y no cuidar lo que como?

Nos gusta vivir en la metrópoli, el bullicio, el folclore, la comida callejera y el ritmo de vida acelerado, no se compara con la vida rural o de poblaciones más pequeñas, donde hacen pausas al mediodía para que los trabajadores coman en su casa u oficina, sin mezclarlo con el trabajo.

En la CDMX como en muchos otros lugares, comemos en ocasiones entre los pendientes del día, escribiendo en la computadora, atendiendo llamadas, mandando mensajes y hasta mirando simplemente el celular y no somos conscientes de lo que comemos en cuanto a calidad y cantidad.

Mientras que en las áreas rurales el trabajo físico, los alimentos frescos y el aire libre son parte del día a día, en las zonas urbanas el escenario cambia radicalmente.

  • Sedentarismo: El trabajo de oficina y los largos trayectos en transporte público o automóvil fomentan el sedentarismo, lo que reduce el gasto energético y favorece el aumento de peso.
  • Estrés constante: El tráfico, el ruido y la presión laboral elevan los niveles de cortisol, la hormona del estrés, que a largo plazo puede alterar el metabolismo de la glucosa y la grasa.
  • Dieta desequilibrada: La falta de tiempo y la amplia oferta de restaurantes de comida rápida y productos ultraprocesados llevan a un consumo excesivo de azúcares, grasas saturadas y sodio.

También es un factor determinante la distancia entre el trabajo y la casa, que implica gastos considerables en la economía de los trabajadores. Eso provoca que decidan comprar algunas golosinas o comida chatarra, en lugar de alimentos nutritivos, para poder solventar los gastos del transporte, mantener una casa y atender a la familia, en detrimento de la salud.

Los datos duros que ponen a pensar en cambiar los hábitos alimenticios en la CDMX

  • En CDMX, para 2025 se estima que el 45.3% de mujeres entre 20 y 49 años tendrá obesidad y para 2030 podría superar el 52% si no cambia la tendencia. 
  • Más del 70% de los adultos mexicanos padecen sobrepeso u obesidad, lo que impulsa un aumento alarmante en diabetes tipo 2, hipertensión y síndrome metabólico, muy comunes en áreas urbanas como la CDMX. 
  • El sedentarismo, mala alimentación y exposición al estrés urbano en grandes ciudades como CDMX elevan los riesgos de enfermedades metabólicas y cardiovasculares, principales causas de muerte en México.
  • Según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2025, solo el 40% de mexicanos cumple con la ingesta recomendada de frutas y verduras y el alto consumo de ultraprocesados agrava la crisis metabólica.
  • En la CDMX, enfermedades metabólicas relacionadas como diabetes, hipertensión y obesidad representan una carga creciente para el sistema de salud, con múltiples programas públicos tratando de mitigar esta tendencia. 

¿En realidad vivir en la CDMX implica pagar una irreversible cuota de salud?

No todo está perdido y mantener un balance entre la economía, el placer gastronómico de la comida callejera y la salud es algo muy complejo, pero al mismo tiempo es posible.

Las enfermedades metabólicas ya no son exclusivas de personas mayores. La diabetes, la resistencia a la insulina y el sobrepeso están afectando a un grupo demográfico cada vez más joven, comprometiendo tu calidad de vida y tu futuro.

Afortunadamente, no todo está perdido. Pequeños cambios en tu rutina pueden marcar una gran diferencia:

  • Actívate: Usa las escaleras, camina o anda en bicicleta en trayectos cortos.
  • Elige mejor tus alimentos: Cocina en casa, opta por frutas, verduras y granos enteros.
  • Maneja el estrés: Practica yoga, meditación o cualquier actividad que te ayude a relajarte.

La próxima vez que sientas que no puedes frenar el impulso por formarte en la fila de los tamales y pedir una “guajolota”, piensa que ese delicioso platillo puede ser la causa de un padecimiento que desarrolles a temprana edad, si lo consumes con frecuencia.

A la hora de la comida si te quedas en el escritorio a comer sólo una sopa instantánea para adelantar trabajo o para ganar más clientes u otra actividad, minimizando el gran valor que tiene darle tiempo a la comida, piensa que de seguir así podrías dejar entrar sin remedio a una difícil y costosa enfermedad como la diabetes, que tiene consecuencias desagradables y costosas en la calidad de vida.

La vida en la ciudad no tiene por qué ser sinónimo de mala salud. Con consciencia y esfuerzo, puedes tomar el control de tu bienestar y proteger tu metabolismo de los efectos del ritmo urbano y te pueden servir algunos programas gubernamentales que favorecen una vida más sana.

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