Estos son los estados con los peores penales, según la CNDH
La CNDH dio a conocer cuales son los estados que cuentan con los peores penales a nivel nacional.

Los estados de Guerrero, Nayarit, Quintana Roo y Tamaulipas son los peor evaluados en cuando a garantizar los derechos humanos en sus prisiones, como refiere la Comisión Nacional de Derechos Humanos en su último reporte de supervisión penitenciaria.

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¿Los penales están controlados por la delincuencia?
La reinserción social en nuestro país parece letra muerta cuando los números indican que la mitad de las prisiones mexicanas están controladas por autogobiernos de grupos criminales, y que también en la mitad de ellas, las actividades laborales o educativas son prácticamente inexistentes.
De acuerdo con la última información de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos:
- 77.8 por ciento de las prisiones incumplen la separación entre procesados y sentenciados
- 76.3 por ciento tienen condiciones materiales e higiénicas deplorables
- 68.7 por ciento sufren insuficiencia crítica de personal médico y de seguridad
- 49.6 por ciento operan bajo esquemas de autogobierno o cogobierno criminal

¿Modelo antiguo de reinserción social?
México continúa sosteniendo el modelo panóptico de prisión, creado en el siglo XVIII por el inglés Jeremías Bentham, que desarrolló la arquitectura de las cárceles a partir de una torre central de vigilancia, rodeada de celdas individuales donde los presos eran observados las 24 horas y pasaban la gran parte de los días aislados, en meditación religiosa.
El principio de este modelo fue sencillo: pasar de los inhumanos castigos medievales, incluida la pena de muerte, para reformar moralmente al individuo que había cometido un delito mediante la disciplina total, conservando buena salud al mismo tiempo.
Comenzaba la revolución industrial en Europa, y se necesitaba manos obreras para trabajar. De ahí el principio de reinserción social.

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El crimen controla los centros penitenciarios
Con las ideas liberales del siglo XIX ese modelo llegó a la recién nacida nación mexicana y, 200 años después, el sistema penitenciario mexicano es una grotesca versión de lo que concibió Bentham.
Las torres de vigilancia siguen existiendo, pero ahora son los grupos criminales quienes controlan la vida de los internos, y la presencia del Estado fue sustituida por la corrupción del sistema.

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