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Generación de la renta: entre altos costos de la vivienda y la inestabilidad laboral

Los jóvenes reportan niveles históricos de ansiedad, depresión y estrés relacionado con sus finanzas: de acuerdo a la Encuesta Nacional de Salud

FOTO: Generación de la renta: entre altos costos de la vivienda y la inestabilidad laboral
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Por: Carlos Rocha

Una generación entera de jóvenes mexicanos se despierta cada mañana en habitaciones alquiladas, donde a la par de escrolear en sus cuentas de Instagram y TikTok, también revisa sus cuentas bancarias sobregiradas y calcula mentalmente cómo estirará un salario que se desvanece entre deudas y servicios básicos.

FOTO: Sheila Gutiérrez | Generación Renta

FOTO: Sheila Gutiérrez | Generación Renta

Se trata de la "Generación Renta", que no es un concepto académico ni mucho menos, sino un nombre dado por algunos analistas para referirse a unos 12 millones de mexicanos menores de 35 años, para quienes términos como “casa propia”, o “ahorros para el retiro”, suenan a una ficción; un futuro que no es para ellos.

No es simplemente un grupo etario más; en México se refiere a los Millennials -los nacidos entre 1981 y 1996-, y la Generación Z -nacidos entre1997 y 2010-, que han adoptado el alquiler como una forma de vivienda preferente, en lugar de la compra tradicional. 

A diferencia de sus padres, cuando tuvieron la misma edad que ellos ahora, pero en la década de los años 80 y 90 del siglo pasado, probablemente ya habían adquirido un terreno o empezaban a pagar una vivienda mediante créditos institucionales.

Salarios que no mantienen el ritmo de inflación para los Millennials y Generación Z

Pero el contexto actual de los jóvenes mexicanos es muy distinto a hace 3 décadas: hoy enfrentan una situación económica que, comparada con la de sus progenitores, es brutal: salarios que no mantienen el ritmo de una inflación persistente, un mercado de vivienda con precios disparados y, aunque tienen fácil acceso a tarjetas de crédito que incluso la pueden solicitar vía Instagram, están atados a obligaciones financieras que superan su capacidad de pago.

Esta tendencia se debe a factores como la búsqueda de flexibilidad, los altos costos de la vivienda, la inestabilidad laboral y un cambio en las prioridades de estilo de vida. 

FOTO: Sheila Gutiérrez | ¿Cuál es el resultado del mercado inmobiliario en México para la Generación Renta?

FOTO: Sheila Gutiérrez | ¿Cuál es el resultado del mercado inmobiliario en México para la Generación Renta?

Como resultado, el mercado inmobiliario mexicano está respondiendo con un aumento en la oferta de viviendas para alquilar lo que, a largo plazo, podría generar una burbuja inmobiliaria que si llega a estallar, las consecuencias para el país serían catastróficas.

Al menos así lo indican los datos de BBVA Research: entre los años 2016 y 2022, los precios de la vivienda en México se dispararon en 58.4 por ciento; en tanto, el precio de las rentas aumentaron en 16 por ciento. El problema es que, en el mismo período, los ingresos laborales sólo aumentaron en 4 por ciento.

Esto muestra la existencia de una brecha enorme y que se sostiene hasta este año 2025; los costos de la vivienda que son muy superiores al ingreso real de las personas, generando una presión en el mercado que impacta especialmente entre los jóvenes, a quienes les resulta imposible acceder a un crédito bancario, o del Infonavit o el ISSSTE.

Así, mientras el salario mínimo para la mayor parte del país se encuentra en los 278.80 pesos diarios (unos 13.75 dólares), pero los precios de renta en las principales zonas metropolitanas son simplemente un lujo.

Impensable es pagar una mensualidad de 9 a 15 mil pesos durante los próximos 25 años para pagar una vivienda de 1.5 a 3 millones de pesos, pues implicaría demostrar ingresos por el orden de los 40 mil a 60 mil pesos mensuales, al menos.

Tan sólo en la Ciudad de México, que es el epicentro de esta crisis de vivienda en ciernes, un departamento de una sola habitación en colonias de moda como la Roma o la Condesa oscila entre los 15 mil y los 25 mil pesos mensuales.

Esto significaría que un joven que gana entre 1 y 3 salarios mínimos al menos, necesitaría destinar entre 54 y 90 días de trabajo sólo para pagar un mes de renta, sin contar alimentos y otras necesidades, lo que financieramente le resultaría imposible sobrevivir.

La renta compartida no es una solución; pedir prestado tampoco para la Generación Renta

El día a día está llevando a los jóvenes a adaptarse mediante estrategias alternativas que les ofrezcan una vivienda segura; la más usual es la renta de habitaciones compartidas, quizás más por obligación que por gusto.

Plataformas como Roomgo.com.mx reportan un presupuesto medio por roomie de 5 mil 664 pesos en ciudades como Zapopan, Jalisco, o San Andrés Cholula, Puebla, que para algunos jóvenes es posible costear aún con la ayuda de sus padres, pero que al final es una opción que si bien alivia la carga inmediata, perpetúa la imposibilidad de acumular patrimonio.

En foros como los de LinkedIn o Reddit, hay testimonios como el de Ana Rodríguez, una arquitecta de 28 años que comparte un departamento en la colonia Nápoles de la Ciudad de México con otros tres profesionistas: "Soñaba con comprar mi departamento, ahora sueño con tener mi propio baño".

Ana, y un 67 por ciento de los buscadores de cuartos compartidos, son profesionistas que no pueden costear una vivienda independiente.

El crédito hipotecario es inaccesible para la mayoría de los jóvenes, pero el crédito informal, desde tarjetas de crédito hasta prestamistas no regulados, florece como un mal necesario. Con salarios que no alcanzan para cubrir mes a mes, el endeudamiento constante se convirtió en una especie de mecanismo de supervivencia de la vida moderna en México.

La inflación que, de acuerdo al Banco de México, se situó en 3.76 por ciento anual en septiembre de 2025, cercena el poder adquisitivo de unos ingresos que, en términos reales, siguen siendo insuficientes a pesar de los incrementos al salario mínimo.

El aparente "aumento real" del 7 por ciento en el salario mínimo para 2025 -con una inflación general anual del 3.76 por ciento a septiembre pasado, según el Índice Nacional de Precios al Consumidor-, es devorado rápidamente por el costo de vida, particularmente en rubros como alimentos y bebidas no alcohólicas, que presentaron una de inflación de 3.94 por ciento; y servicios como restaurantes y hoteles, que tienen una inflación sostenida de 7.61 por ciento.

FOTO: Sheila Gutiérrez

FOTO: Sheila Gutiérrez

Para la Generación Renta, la deuda no es un instrumento de inversión como lo fue para sus padres, quienes contraían deudas para adquirir activos como viviendas o automóviles, sino un parche temporal para cerrar mes tras mes.

Esta normalización del endeudamiento como mecanismo de supervivencia tiene profundas implicaciones psicológicas y económicas a largo plazo.

Según la Encuesta Nacional de Salud Financiera (Ensafi), 35 por ciento de los millenials mexicanos tienen al menos una deuda activa y, de ese porcentaje, el 40 por ciento de sus ingresos los destinan a pagar deudas.

La misma Ensafi señala que el grupo de edad entre los 18 y los 29 años es el que más se atrasó en sus pagos, mientras que datos de la Condusef apuntan a que 6 de cada 10 millenials no tiene control sobre sus deudas, y 23 por ciento de ellos no cuenta con un plan para saldarlas.

En ese sentido, la Condusef advierte que vivir en el endeudamiento parecería un estado normal de la juventud, cuando es causa de estrés y otros padecimientos, lo que está modificando el concepto tradicional de ahorro, que se ha vuelto casi abstracto para los jóvenes cuyos ingresos se destinan casi en su totalidad a cubrir necesidades inmediatas.

En los años 90 una familia mexicana promedio podía aspirar a ahorrar entre 10 y 15 por ciento de sus ingresos, pero hoy los menores de 35 años consideran que un "mes exitoso" aquel en que no necesitan pedir dinero prestado para cubrir gastos básicos.

Algunos hábitos de consumo de la “Generación Renta” reflejan aspectos de su precariedad

Movilidad. Los padres de los millenials aspiraban a tener automóvil propio y en muchos casos lo obtuvieron; pero los integrantes de la “Generación Renta” utilizan transporte público y servicios de ride-sharing en aplicaciones, el famoso “aventón”, priorizando acceso sobre propiedad.

Alimentación. Comer en la calle tacos, tortas, memelas o simplemente pan y café, o en establecimientos económicos en el mejor de los casos, se ha vuelto necesidad debido a largas jornadas laborales y viviendas compartidas con espacios culinarios limitados.

Entretenimiento. El consumo cultural se ha trasladado a plataformas digitales compartidas, con cuentas de streaming que se rotan entre amigos para reducir costos.

Sin embargo, en medio de la precariedad financiera, es detectable entre los jóvenes que suelen hacer que su único ahorro sea destinado para ser gastado en "experiencias" que comparten en redes sociales, como viajes, conciertos, bares, antros, restaurantes y teléfonos de gama alta, que a ojos de generaciones anteriores como la de sus padres, podría parecer un gasto irresponsable.

FOTO: Sheila Gutiérrez

FOTO: Sheila Gutiérrez

Algunos economistas de la UNAM indican que este fenómeno es más parecido a un mecanismo compensatorio: ante la imposibilidad de alcanzar metas financieras a largo plazo, como la vivienda propia, los jóvenes redirigen recursos hacia gratificaciones inmediatas que alivien la presión de su realidad diaria.

"Si no puedo tener casa propia, al menos tengo recuerdos que valen la pena", expresa Fernanda Torres, de 31 años y community manager en Monterrey, que gasta aproximadamente el 15 por ciento de su ingreso en viajes cortos y salidas gastronómicas, según relata en un foro de Reddit.

Jóvenes como Fernanda expresan que estas experiencias no son lujos, sino componentes esenciales de una calidad de vida que de otra manera no tendría sentido.

La brecha generacional para la Generación Renta

Cuando los padres de la Generación Renta cuando tenían entre 20 y 35 años, el México de finales de los años 80, y principios de los años 90 era una economía en proceso de modernización y apertura comercial, donde una familia de clase media podía acceder a créditos de vivienda con tasas preferenciales a través del Infonavit, el Fovisste, o la banca comercial.

Incluso, si sus padres accedieron a su primer empleo antes de 1997 disfrutan del beneficio de una jubilación por semanas cotizadas ante el IMSS, ya que era obligatorio la inscripción en la seguridad social para todos los empleos hasta antes de ese año, antes de la llegada del outsourcing al país, así como de la instauración del sistema de Fondo de Ahorro para el Retiro y las Afores.

En ese entonces, aunque los salarios mínimos eran más bajos en términos nominales, el poder adquisitivo permitía a una familia joven planear un futuro patrimonial.

El valor de las viviendas en relación con los ingresos era significativamente más favorable: donde hoy se necesitan entre 8 y 10 años de salario completo para adquirir una vivienda media, en los 90 se requerían entre 4 y 5 años.

FOTO: Sheila Gutiérrez  | La brecha generacional para la Generación Renta

FOTO: Sheila Gutiérrez | La brecha generacional para la Generación Renta

Esta burbuja generacional no es accidental; responde a transformaciones estructurales profundas en la política económica mexicana que, a partir de análisis hechos por casas especializadas como Bloomberg, BBVA Research y el Banco de México identifican a partir de cuatro cambios que fueron aplicados por los gobiernos del PRI y el PAN desde la Presidencia de la República:

Políticas de vivienda. El modelo de desarrollo urbano cambió, privilegiando la vivienda de interés social en las periferias -cada vez más lejanas de los centros urbanos-, mientras que estos, donde se concentra el empleo y los principales servicios, vieron dispararse sus precios de vivienda, dando paso al fenómeno de la gentrificación.

Reformas financieras. La liberalización del sistema bancario en los años 90 eventualmente condujo a productos crediticios más diversificados, pero también a mayores requisitos de acceso, particularmente para los jóvenes.

Globalización. La integración de México a la economía global trajo acceso a bienes y servicios, pero también expuso a los trabajadores mexicanos a una competencia internacional a la que no sólo no estaban preparados, sino que presionó los salarios a la baja en prácticamente todos los sectores de la economía, especialmente en el sector primario; es decir, en el campo.

Prioridades gubernamentales. Los esfuerzos del gobierno mexicano para rescatar Pemex de las condiciones en que fue dejada la paraestatal por las administraciones anteriores, por ejemplo, los programas para otros sectores poblacionales distintos a los que ya reciben una beca del Bienestar, aún son lmitados.

Sin embargo, más allá de los números fríos, existe una dimensión humana frecuentemente ignorada: el costo psicológico de vivir en incertidumbre financiera permanente.

Un panorama desolador que hoy enfrenta la Generación Renta

La pandemia de COVID-19 actuó como un acelerador que disparó todas las desigualdades estructurales y profundizó la crisis patrimonial.La emergencia sanitaria no solo representó una crisis de salud pública, sino un punto de inflexión económico que delineó con trazos más gruesos el panorama desolador que hoy enfrenta la Generación Renta.

Los jóvenes reportan niveles históricos de ansiedad, depresión y estrés relacionado con sus finanzas: de acuerdo a la Encuesta Nacional de Salud, a finales de 2024 se estimó en 3.6 millones de jóvenes menores a 35 años la cantidad de personas que padecen algún tipo de depresión.  

Además, la presión por "triunfar" en un contexto económicamente adverso genera una carga emocional que se manifiesta en deterioro de relaciones personales, fatiga crónica y, en casos extremos, abandono de aspiraciones profesionales y personales.

Paradójicamente, esta crisis ha generado un resurgimiento de estructuras familiares multigeneracionales que se creían en desuso.

Cada vez más jóvenes profesionales permanecen o regresan al hogar familiar no por comodidad, sino por necesidad económica. Donde hace dos décadas abandonar el hogar paterno era símbolo de madurez, hoy muchos posponen esta transición hasta bien entrados los 30 años, redefiniendo los conceptos de independencia y de éxito en la edad adulta.

Frente a los precios prohibitivos en capitales como la Ciudad de México, Guadalajara o Monterrey, cientos de miles de jóvenes profesionales están migrando a ciudades medianas como Mérida, Querétaro, León, Puebla o Oaxaca, donde los costos de vida son más manejables.

Este fenómeno está transformando el panorama económico regional, creando polos de desarrollo alternos mientras descongestiona, al menos parcialmente, las metrópolis tradicionales.

Y esta migración interna ofrece un viso de esperanza y solución. Al menos por ahora.


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