Solo existir, ya es válido
Mirar a una oveja descansando es un recordatorio involuntario de que no siempre hay que estar produciendo para estar viviendo.
Este es Sin Esdrújulas, tu mini podcast en el que escribo cosas que luego leo y luego tú me ves leer para sentirnos unas personas muy muy poco productivas.
Pero antes quiero que veas lo que están haciendo estas hermosas ovejas.
Dirás tú, no están haciendo nada.
Exacto.
Esos animales tumbados ahí en el campo escocés tienen algo de sabiduría ancestral: porque si le ponemos atención podremos escucharles decir: “tranqui, existir ya es suficiente”.
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Y es que, la productividad como la entendemos hoy —esa obsesión por hacer, optimizar, rendir y crecer sin parar— es un invento bastante humano.
La naturaleza no tiene KPI’s
El león no tiene una hoja de Excel para ver cuántas gacelas cazó este trimestre.
Los árboles no se comparan en LinkedIn para ver quién creció más ramas.
Las ovejas no hacen “reuniones de retroalimentación” para evaluar su pastoreo.
La mayor parte de las especies solo hacen lo necesario para sobrevivir y luego descansan.
Punto.
No sienten culpa por no “aprovechar el día”.
Ahora, sí, la productividad humana nació de la necesidad… pero se convirtió en ideología.
En sociedades cazadoras-recolectoras, la “jornada laboral” era sorprendentemente corta: estudios antropológicos (como los de Marshall Sahlins) muestran que trabajaban en promedio unas 3 a 5 horas al día.
El resto del tiempo se dedicaba a socializar, descansar o hacer rituales.
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Pero con la agricultura (y más tarde la Revolución Industrial), el trabajo dejó de ser una actividad puntual y pasó a ser el centro de la vida.
Aparecieron los relojes, las fábricas y la idea de que el tiempo es dinero (gracias, Benjamin Franklin).
Y entonces, el capitalismo afinó la máquina.
Porque ya no basta solo con trabajar: hay que ser productivo. Optimizar. Escalar. Medir. Publicar gráficos con “crecimiento interanual”.
Y si no produces, se instala la culpa. Esa vocecita maldita y juzgona.
¿Por qué no estás aprendiendo mandarín, si te quedó tiempo entre una y otra carga de la lavadora?
Mientras tanto, las ovejas, siguen ahí. Nada de trabajar, puro pastando y descansando.
La productividad humana es un marco cultural, no una ley universal.
Y por supuesto que no estoy diciendo que te eches al pasto a ver el cielo porque pues también comemos y los limones hay que pagarlos al precio justo.
Pero no olvidemos que existir sin “rendir” también es válido.
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