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Yucatan

Normal Superior de Yucatán recordó el 2 de octubre con acto cívico

A 57 años de la masacre de Tlatelolco, alumnos de la Escuela Normal Superior de Yucatán realizaron un acto cívico en el que la escolta izó la bandera a media asta y se escucharon mensajes de memoria y justicia


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Por: Christian Espadas

Hablar del 2 de octubre en México es hablar de memoria, resistencia y juventud. En esta ocasión, la Escuela Normal Superior de Yucatán, recordó y rindió homenaje a las víctimas de aquel fatídico 2 de octubre en la plaza de las tres culturas de Tlatelolco. Durante el acto cívico la escolta de la institución encabezó la ceremonia llevando la bandera nacional hasta la asta mayor, donde se izó a media asta mientras estudiantes, docentes y egresados guardaban un minuto de silencio. El ambiente fue solemne, pero también cargado de la convicción de que la memoria no solo se honra, sino que también se defiende.

El primero en tomar la palabra fue Pedro Quijano, activista y líder estudiantil en los movimientos de 1974 en Mérida, quien con voz firme recordó la trascendencia del movimiento del 68 y la vigencia de sus demandas.

“De por sí, matar es un crimen, pero matar a nuestra juventud es una felonía, es una cobardía. Y eso fue exactamente hace 57 años que realizó el Estado mexicano... El 68 representó un peldaño superior de democracia popular y educativa, y todavía hoy sus banderas están vigentes: la defensa de la educación pública, laica, gratuita y científica, así como la lucha por la soberanía nacional y alimentaria”.

Su mensaje, cargado de memoria crítica, fue recibido con aplausos y asentimientos de los presentes, quienes vieron en sus palabras un puente entre generaciones.

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¿Qué significa el 2 de octubre para la juventud actual?

Para los estudiantes normalistas, se trata de un recordatorio de que la labor docente no se limita a enseñar técnicas deportivas o contenidos escolares, sino que también implica formar ciudadanos críticos. Así lo expresó una alumna Dámaris Guzmán Dzul, de la Licenciatura en Enseñanza y Aprendizaje del Español, al declamar con fuerza el poema “Los enemigos”, de Pablo Neruda, evocando el dolor de las víctimas y el clamor por justicia

“Por esos muertos, nuestros muertos, pido castigo. Para los que de sangre salpicaron la patria, pido castigo... No los quiero de embajadores, tampoco en su casa tranquilos. Los quiero ver aquí juzgados en esta plaza, en este sitio. Quiero castigo”.

El eco de sus palabras estremeció a la comunidad escolar y dio al acto un tono profundamente emotivo.

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¿Cuál es el origen de esta memoria colectiva?

El 2 de octubre de 1968 no solo marcó un episodio de violencia de Estado, sino que también encendió una llama que ha permanecido encendida por generaciones. Para activistas como Quijano, se trata de una deuda pendiente con la historia; para los estudiantes actuales, un compromiso con la educación pública y con la defensa de la democracia. En la Escuela Normal Superior, esa memoria se transmite como parte de la formación: enseñar a moverse, pero también a pensar; a ejercitar el cuerpo, pero también la conciencia.

El acto concluyó con la dispersión pausada de los asistentes. Entre los pasillos de la Normal quedó la sensación de que el 2 de octubre sigue vivo, no como un luto estático, sino como una enseñanza activa. Así, 57 años después, las banderas a media asta se convirtieron en un recordatorio de que la sangre estudiantil no se olvida y que la juventud, ayer y hoy, sigue siendo motor de transformación.

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¿Qué paso el 2 de octubre del 1968?

El 2 de octubre de 1968 en ocurrió la matanza de Tlatelolco, uno de los episodios más trágicos de la historia contemporánea del país. Ese día, miles de estudiantes y ciudadanos se reunieron en la Plaza de las Tres Culturas, en la Ciudad de México, para manifestarse de manera pacífica en el marco del movimiento estudiantil que exigía libertades democráticas, el fin de la represión y mejores condiciones educativas y sociales. Sin embargo, el gobierno del presidente Gustavo Díaz Ordaz, en un contexto de tensión por la inminente inauguración de los Juegos Olímpicos, ordenó una operación militar y policial que derivó en una violenta represión. Tropas del Ejército y del Batallón Olimpia rodearon la plaza, abrieron fuego contra la multitud y sembraron el caos. Hasta hoy se desconoce la cifra exacta de víctimas, aunque se habla de cientos de muertos y heridos, así como de numerosos detenidos y desaparecidos. Este suceso marcó profundamente la memoria colectiva mexicana y simboliza la lucha contra la represión del Estado.

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